Hay chicos tan complicados...
Mirando a Germán, su hermano, manoseando que daba ganas a Leo, dizque porque este tuvo un calambre en un pie, el muchacho se enciende de furor y despecho. Siguiendo esas manos recorriendo con intimidad y propiedad la tersa y firme piel del tío que sonríe leve y se deja llevar. No hay problemas entre ellos, de meterse manos así, son amigos de toda la vida, de crecer en el mismo vecindario, de tratos en las mismas escuelas, de compartir cama a veces después de fiestas. Pero a él no le gusta lo que ve. Para nada. No era justo, le parecía. ¡A él nunca le daba masajes así!
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