SIMON DIAZ, A CINCO AÑOS DE SU PARTIDA
¿Dónde
colocar el límite?
En
primaria, jugando con una engrapadora, clavé una grapa en mi mano.
Estaba fascinado con ese aparato y la curiosidad me mataba. La vi y
la vi hasta que lo hice. Joder, cómo dolió, no tengo nada de fakir;
menos mal que no se cerró. Pero si, hay ciertas fascinaciones
morbosas que pueden perderte. En Estados Unidos un joven que acaba de
cumplir 18 años fue condenado a cadena perpetua por un asesinato que
cometió cuando contaba 16 y su víctima 15, un joven del que decían
estaba celoso porque salía con su novia. Con otros amigos le sacó
de su casa y le propinaron más de 70 heridas, o él solo, no me
quedó claro, cortándole además las manos y decapitándole. Toda
una faena. Sería que “ya que comencé ¿para qué parar?”. Ahora
enfrenta pasar el resto de su vida en prisión, lo que estaría bien,
el otro no va a regresar a su casa, él tiene la posibilidad. En
estos casos siempre estoy de parte de la víctima, aunque entienda
que adolescente todavía no es gente, no dado cierto descontrol
hormonal; pero una cosa es embriagarse o robar el carro de la casa y
estrellarse nada más salir del estacionamiento, y otra muy diferente
esto. Especialmente porque hubo quienes declararon que el chico,
Matthew Borges, de Lawrence, Massachusetts, habría dicho durante un
tiempo que soñaba con matar a alguien. Para ver, me imagino. Que
drama, ¿no?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario