El
moreno y el catire comparten duchas, el agua los moja, se miran, uno
el buen tolete entre las piernas como ha escuchado que todos ellos
tienen; el otro notando su azoro, clavándole los ojos en el bonito
trasero preguntándose si será verdad que todos ellos desean a un
negro.
Si,
seguramente quiere, ya que enrojece cuando lo roza y toca... pero una
vez en el ajo otra fantasía se presenta. El tío moreno lo saborea,
le mete lengua y manos, sintiéndose algo sucio y muy caliente
oyéndole gemir y verle estremecerse. Era una buena barra, sabía
rica, pero...
La
naturaleza se impone. El catire necesita a su hombre. Que este llene
sus cavidades con esa gruesa mole. Al fin entendía por qué tantos
conocidos han caído en un momento dado con un tío parecido. Sonríe
y goza sin sospechar que aquella tranca le cambiaba la vida...
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