viernes, 22 de febrero de 2019

SEGURIDADES

   Dado por sentado...


   No había sorpresas con el muchachito este. Su madre, también su padre, tenía claro que cuando salía a media tarde a “jugar a la pelota” con los chicos del barrio, y usaba su diminuta tanga que él creía ellos no conocían, era que terminaría apretándoles el bate con el trasero a los muchachos esos, hasta dejarlos jadeando, secos y contentos. Así como estos sabían dos cosas: que no los soltaría hasta que se le corrieran dentro, y que vaya que lo disfrutaría mientras lo hacía... 

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