Lo
mejor, en mi modesta opinión.
No,
no voy a decir que fue un mal episodio este estreno de la octava
temporada de Juego de tronos, que no se me tache de hereje y se me
condene a la excomunión, me gustó, pero... Cónchale, esperamos
casi dos años, es la última temporada de un programa que constará
tan sólo de seis episodios, se esperaba que pasaran cosas. Cosas
grandes, inenarrables. Épicas, carajo. Y este fue como una
anticlimax, todo el mundo llegando a Winterfell, preparándose para
la guerra contra los caminantes. Y fue eso, todos llegando y
reencontrándose, nada más.
Estuvo
muy buena la intro, con la muralla caída y todo helándose al paso
de algo que marcha. Igualmente la llegada de la madre de dragones al
Norte, con el niño trepando el árbol, emulando a Bran en la primera
temporada, y Arya allí toda emocionada cuando chiquilla y ahora. Esa
parte fue grata. Estuvo muy bien el encuentro de ella con el Perro,
casi fue cariñoso desde sus puntos de vista y de ser, el sujeto
despiadado y la niña asesina. Con Gentry, fue mejor, juntos se veían
lindos, y uno hasta soñaría con un romance… si esta no fuera la
última temporada donde meterán todo al asador para hacernos sufrir.
Aunque, de los encuentro de Arya, el mejor fue con Jon, este casi
reflejó emoción. Casi, si uno parpadeaba se lo perdía, pero mostró
algo (no es ni tan juego, es tan inexpresivo; aunque en la catacumba,
con Sam, si se vio mucho mejor al saber la verdad sobre su origen).
Pero
lo mejor, aunque increíblemente incómodo, fue el encuentro de Sam
con Daenerys, quien iba a darle las gracias por curar a Jorad y
termina dandole un baño de agua fría, en el Norte, contándole que
acabó con toda su familia. Este, desmoronándose frente a nuestros
ojos pero no dándolo a entender, no hasta poder correr y llorar a
solas, estuvo sencillamente genial. Ocurrieron cosas, como el rescate
de la verdadera reina de los pueblos del mar, pero aún eso se vio
como apresurado, distinto a lo meticuloso del programa. Me gusta que
Theon vaya al Norte, a luchar con la otra familia a la que traicionó
para ver si al fin alcanza la redención, que ya va mereciéndola. Es
de suponer que ya no se acobardará más.
¿Qué
esperaba ver?, a los caminantes todavía cruzando la caída muralla,
todo helándose a su paso, una que otra persona dándose cuenta,
tarde, de sus presencias. Una que otra aldea amenazada y que nos
preguntáramos ¿correrían o esperarían hasta que fuera tarde? O
ese castillo siendo sitiado, la gente parapetándose, resistiendo,
cayendo, algunos diciendo el rey Jon tenía razón, debimos
escucharlo. Algo más de emoción, carajo.
Sin
embargo el final me pareció sublime. Todos hemos visto el cambio del
Matarreyes, que ha terminado siendo uno de los preferidos (¿quién
no sueña con verle terminando con su “caballera” y quedando loco
de una noche de pasión?, pero, repito, es Juego de Tronos), llegando
solo, como un vagabundo pero todavía con un porte altivo, real,
regresando a donde todo comenzó, encontrándose con Bran, quien
parecía esperarle (y cómo que pasó más de una noche a la
intemperie, ¿a nadie le extrañó?). La manera en la cual el rostro
de Jaime refleja el shock del encuentro estuvo maravilloso, eso es
gesticular; con tan poco nos mostró toda una amplia variedad de
emociones. Si, ha cambiado, pero los pecados de su pasado le esperan,
ha sido arrogante con algunos de ellos, pero allí está el niño al
que arrojó de una torre, ¿qué va a decirle? ¿Cómo enfrentas a tu
peor juez, saber que hiciste mal y que allí está la prueba hecha
persona?
Me
gusto el episodio, pero pareció algo flojo. Tal vez después de un
parón tan largo tenían que recordarnos, otra vez, quién es quién,
dónde están parados y para qué… pero con siete minutos de los
caminantes presentándose ante la gente del Norte me habría
conformado. Por cierto, ¿lo de los dragones viendo a Jon cuando besa
a la reina?, ¿no pasó algo así con el caballo de Mulán? Se vio
tan extraño...
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