BAJO LAS ESTRELLAS
No,
no es...
Nada
más el sábado en la tarde nos quejábamos, un grupo de conocidos
del edificio, de que ya casi noviembre está por terminar y que aún
no comienza a hacer frío en Caracas, cuando una ola llegó en la
madrugada obligando a apagar ventiladores y aires acondicionados.
Dios, temblaba helado bajo mi sábana en medio de mi cuarto, sobre mi
rica y cómoda cama. Respondo a los cambios de temperaturas como los
lagartijos; pies, nariz y manos se me hielan. ¡Cómo se quejan de
eso!, especialmente en la cama. Es cuando les recuerdo aquello de
manos frías corazón caliente, pero no me creen. Cómo la pensé
para salir de madrugada al baño. Para colmo, como ando en piloto
automático hasta que tomo mi segunda taza de café a las seis y algo
de la mañana, fui a la cocina a beber agua en bermudas y abrí la
nevera sin acordarme.
Sin
embargo, debo confesar que me gustó. El domingo fue un día no frío
pero tampoco caluroso como los que estuvieron atormentándonos en
esta boca del infierno en la cual vivimos ahora. Me gusta este aire
más templadito porque hace pensar en la navidad, en el fin del año,
en diciembre. Asocio este cambio de aires a las fiestas y a buenos
momentos vividos, a estar con la familia, acomodar la casa,
adornarla, a comer como cerdos. Me gusta, después de la navidad
cuando me tomo unos días libres en la oficina, estarme en mi cama
viendo televisión, en maratones de series, o leyendo, sintiendo
físico frío. Es tan fácil bajar el volumen, dejar los lentes y el
libro a un lado, cerrar los ojos y dejarse llevar a un sueñito
agradable.
Hace
como dos años vivía con medias a toda hora y con la puerta de
vidrio de balcón corrida. Cómo se extraña eso después el resto
del año. Con frío uno se arropa y listo, todo es grato; sudar con
calor, a toda hora, es de lo más molesto. Y soy de los que sudan de
verdad. Claro, aquí el cambio de temperatura nada tiene que ver con
esas cosas que uno escucha y ve en Estados Unidos y Canadá, en la
Europa del norte y en Rusia (¿será por eso que no admiten el
calentamiento global?), donde quien se descuida se muere en su cama o
dentro de un carro. Congelado. Donde la calefacción si es una
necesidad.
No,
aquí, por estos lados, tan sólo nos aligera la vida... Aunque
después de un rato, para no perder la costumbre latina, están los
que viven quejándose de no poder ni bañarse.
Para el que quiera dejo la pagina en su versión recuperada, https://web.archive.org/web/20140616153626/http://yuyajota.wordpress.com/category/relatos-gay-de-malditos/
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