martes, 26 de noviembre de 2019

FRIO EN CARACAS

BAJO LAS ESTRELLAS

   No, no es...
 
   Nada más el sábado en la tarde nos quejábamos, un grupo de conocidos del edificio, de que ya casi noviembre está por terminar y que aún no comienza a hacer frío en Caracas, cuando una ola llegó en la madrugada obligando a apagar ventiladores y aires acondicionados. Dios, temblaba helado bajo mi sábana en medio de mi cuarto, sobre mi rica y cómoda cama. Respondo a los cambios de temperaturas como los lagartijos; pies, nariz y manos se me hielan. ¡Cómo se quejan de eso!, especialmente en la cama. Es cuando les recuerdo aquello de manos frías corazón caliente, pero no me creen. Cómo la pensé para salir de madrugada al baño. Para colmo, como ando en piloto automático hasta que tomo mi segunda taza de café a las seis y algo de la mañana, fui a la cocina a beber agua en bermudas y abrí la nevera sin acordarme.
 
   Sin embargo, debo confesar que me gustó. El domingo fue un día no frío pero tampoco caluroso como los que estuvieron atormentándonos en esta boca del infierno en la cual vivimos ahora. Me gusta este aire más templadito porque hace pensar en la navidad, en el fin del año, en diciembre. Asocio este cambio de aires a las fiestas y a buenos momentos vividos, a estar con la familia, acomodar la casa, adornarla, a comer como cerdos. Me gusta, después de la navidad cuando me tomo unos días libres en la oficina, estarme en mi cama viendo televisión, en maratones de series, o leyendo, sintiendo físico frío. Es tan fácil bajar el volumen, dejar los lentes y el libro a un lado, cerrar los ojos y dejarse llevar a un sueñito agradable.
 
   Hace como dos años vivía con medias a toda hora y con la puerta de vidrio de balcón corrida. Cómo se extraña eso después el resto del año. Con frío uno se arropa y listo, todo es grato; sudar con calor, a toda hora, es de lo más molesto. Y soy de los que sudan de verdad. Claro, aquí el cambio de temperatura nada tiene que ver con esas cosas que uno escucha y ve en Estados Unidos y Canadá, en la Europa del norte y en Rusia (¿será por eso que no admiten el calentamiento global?), donde quien se descuida se muere en su cama o dentro de un carro. Congelado. Donde la calefacción si es una necesidad.
 
   No, aquí, por estos lados, tan sólo nos aligera la vida... Aunque después de un rato, para no perder la costumbre latina, están los que viven quejándose de no poder ni bañarse.

1 comentario:

  1. Para el que quiera dejo la pagina en su versión recuperada, https://web.archive.org/web/20140616153626/http://yuyajota.wordpress.com/category/relatos-gay-de-malditos/

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