miércoles, 6 de noviembre de 2019

PERTAMA

   La sorpresa...
 
   Molesto por esperar en el auto se acerca, parpadeando al escuchar jadeos de mucho placer al tiempo que también las sorbidas de intensas y anhelantes chupadas. Ambas masculinas. Joder, ¡a alguien le estaban mamando el güevo!, piensa asomándose. Quedándose de piedra ante la intensa escena. El maduro entrenador con ese aire de dicha, como tiene que ser cuando se le mama a uno el tolete, y el chico, cuya cabeza sube y baja indetenible, sorbiendo, tragando. Ambos indiferentes al mundo, perdidos en su paraíso de placer inmediato en medio del oloroso vestuario. Pero lo que más le impacta es ver como a su hijo le tiembla el redondo y lampiño culo, pidiendo o necesitando güevo del bueno. ¡Vaya con el muchacho!, niega rodando los ojos. Bueno, es su vida... Y mira. Joder, ese culito se veía realmente travieso, y hambriento, admite acomodándose, incómodo, la erecta tranca bajo el serio traje.

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