miércoles, 6 de marzo de 2019

НЭГ

   Todo macho se fabrica su harén...

   “Tómala, tómala toda, pequeña puta”, le ruge sonriendo, gozando sabroso de enterrársela al dulce chico en su ardiente agujero, uno que apretaba y halaba rico mientras el blanco tolete de ese daba saltos y goteaba de moción. “Si, dale, la pequeña perra parece que no puede tener suficiente”, ríe su socio de trabajo y cómplice en aquella tarea arriesgada que, como machos, habían decidido llevar a cabo. Este recuperándose a unos segundos de haberse corrido en el ardiente “coño” del chico, como ahora le llamaba. No, no eran homosexales ni nada de eso, pero a veces en el taller de la encuadernadora de libros las tardes se hacían eternas, pesadas, aburridas y molestas. Algo en esa actividad alteraba agresivamente a sementales como ellos, que no encontraban alivios ni gritándose deseando darse de puñetazos. Por suerte el jefe había enviado a su joven hijo a supervisarlos. Y pronto notaron cómo afectaba al joven estar, por ejemplo, encerrado en un lugar chico con ellos, como si sus aromas y colores le alteraban de cierta manera. Fue el negro quien entendiera que tal vez era un inocente, dulce y tierno marica que aún no salía del closet porque ni él mismo lo sabía. Pero ellos, cayéndole encima, mostrándoles sus güevos erectos y calientes, metiéndolos por su boquita y culito, pronto se lo hicieron entender, liberándole. Sobre sus barras él chico se desató, dejando salir la fiera hambrienta de sexo que era, y en casi cuarenta minutos tan sólo ha pedido, y obtenido, vergas por todos sus ávidos agujeros que chorrean esperma. Por suerte, riendo, ellos parecían dispuesto a darle tanto como pidiera. Y habían tantos otros carajos en esa fábrica con problemas de estrés, que éste tendría toda la acción con la que, supiera o no, todo joven sumiso sueña. 

ХОЁР

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