miércoles, 27 de marzo de 2019

TORTURA

JUERGA
   Ese sería el día, joder...

   ¿Por qué lo hacían?, ¿por qué se sometían a eso?, se preguntaban los tres amigos y vecinos que compartían el vehículo con ese tipo buena gente que se ofrecía a llevarles, ahorrando combustible y disminuyendo sus huellas de monóxido de carbono... Uno que usaba esas vainitas calientes bajo la ropa. Al principio la cosa provocó risitas, miradas burlona. Pero ya no lo comentan, ni la carrera que pegaban cada tarde o mañana por el puesto de copiloto. Ni una palabra entre ellos sobre lo duro que era aguantarle allí al lado, sonriendo, hablando como si nada, usando aquello, y lanzarle una disimulada y larga mirada luego, que les avergonzaba y endurecía bajo los pantalones; o lo malo que eran los días cuando no hacían el viaje. ¿Qué pasaría, se había preguntado cada uno más de una vez, si alargaba una mano y metía el dedo en la tirita, halándola…?  

SEÑALES CLARAS

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