¿Lo
peor?, no era nada glamoroso o pecaminoso...
Si,
todos hemos oído hablar de ellos, de lo fácil que es caer, de lo
frustrante que pueden ser, incluso atormentadores o destructivos.
Mujeres que se casan con el mismo tipo de sujeto que golpeaba a la
mamá y a ellos cuando niños, y miren que estas sí que necesitan
ayuda; tipos que salen con mujeres que todos saben han engañado una
y otra vez a sus parejas, dado pie al chiste del hombre que vende el
sofá donde siempre pilla a la mujer con otro. Hasta los casos más
complejos, las adicciones, las malas decisiones, el aparentemente
sabotearse a uno mismo cayendo una y otra vez en una situación que
te hace rabiar. Me pasó, anteayer noche con el apagón. El de esta
semana, no el de hace dos semanas que según el gobierno de los
delirantes fue un sabotaje. Este es otro. Uno que no se esperaban.
Tampoco. Como el primero. ¿Se los hicieron de nuevo? ¿Salir a
declarar otra vez lo incompetentes que son? Hablando de círculos
viciosos...
El
caso es que la noche fue larga y frustrante, no era fácil tener la
puerta abierta del apartamento escuchando a vecinos y amigos quejarse
exactamente de lo mismo, mentarles la madre a esa gente y hacer feos
vaticinios sobre la duración del apagón, “si es que alguna vez se
resuelve, con lo mal que está todo el sistema...”. Justo lo que
uno quiere escuchar en esos momentos. Sin el ventilador y el
televisión, la noche está llena de sonidos increíblemente
molestos. Alguien tose dos pisos más arriba e insólitamente parece
que fuera en medio de mi cuarto, justo cuando ya iba adormilándome.
A los gatos les da por joder (no sexo, que allí son tan
estrafalarios y ruidosos que se les escucha a pesar de que se tenga
una fiesta en el balcón), las motos como que esperaban llegar bajo
mi ventana para acelerar, alguna pareja caminando por los
estacionamientos contándose sus vidas, y cosas así. Todo se escucha
de una manera notable.
El
caso es que en lo oscuro, sobre mi cama, irritado por los zancudos
que no se sienten generalmente pero que en cuanto se va la
electricidad aparecen triunfalmente, intentaba dormir para escapar
del mundo real. Uno sin luz. Pero no podía, eso era dar vueltas y
vueltas en un colchón que iba calentándose por partes, rogando que
volviera la electricidad, maldiciendo porque no llegaba. Dándome
sed. A cada rato. Mucha. Era una sensación desesperante en la
garganta, obligándome a llegarme a la cocina y tomar agua,
regresando a la cama... tan sólo para sentir deseos de orinar. Y
luego sed otra vez. Y ganas de mear, que se volvía urgente y me
espantaba el sueño si no iba al baño. Intentaba no beber agua pero
la sedía era demasiada, y bastaban dos sorbos de agua para que la
vejiga dijera me llené. ¡Estaba atrapado!
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