miércoles, 27 de marzo de 2019

CIRCULO VICIOSO

UNA PUERTA SE CIERRA...
   ¿Lo peor?, no era nada glamoroso o pecaminoso...

   Si, todos hemos oído hablar de ellos, de lo fácil que es caer, de lo frustrante que pueden ser, incluso atormentadores o destructivos. Mujeres que se casan con el mismo tipo de sujeto que golpeaba a la mamá y a ellos cuando niños, y miren que estas sí que necesitan ayuda; tipos que salen con mujeres que todos saben han engañado una y otra vez a sus parejas, dado pie al chiste del hombre que vende el sofá donde siempre pilla a la mujer con otro. Hasta los casos más complejos, las adicciones, las malas decisiones, el aparentemente sabotearse a uno mismo cayendo una y otra vez en una situación que te hace rabiar. Me pasó, anteayer noche con el apagón. El de esta semana, no el de hace dos semanas que según el gobierno de los delirantes fue un sabotaje. Este es otro. Uno que no se esperaban. Tampoco. Como el primero. ¿Se los hicieron de nuevo? ¿Salir a declarar otra vez lo incompetentes que son? Hablando de círculos viciosos...

   El caso es que la noche fue larga y frustrante, no era fácil tener la puerta abierta del apartamento escuchando a vecinos y amigos quejarse exactamente de lo mismo, mentarles la madre a esa gente y hacer feos vaticinios sobre la duración del apagón, “si es que alguna vez se resuelve, con lo mal que está todo el sistema...”. Justo lo que uno quiere escuchar en esos momentos. Sin el ventilador y el televisión, la noche está llena de sonidos increíblemente molestos. Alguien tose dos pisos más arriba e insólitamente parece que fuera en medio de mi cuarto, justo cuando ya iba adormilándome. A los gatos les da por joder (no sexo, que allí son tan estrafalarios y ruidosos que se les escucha a pesar de que se tenga una fiesta en el balcón), las motos como que esperaban llegar bajo mi ventana para acelerar, alguna pareja caminando por los estacionamientos contándose sus vidas, y cosas así. Todo se escucha de una manera notable.

   El caso es que en lo oscuro, sobre mi cama, irritado por los zancudos que no se sienten generalmente pero que en cuanto se va la electricidad aparecen triunfalmente, intentaba dormir para escapar del mundo real. Uno sin luz. Pero no podía, eso era dar vueltas y vueltas en un colchón que iba calentándose por partes, rogando que volviera la electricidad, maldiciendo porque no llegaba. Dándome sed. A cada rato. Mucha. Era una sensación desesperante en la garganta, obligándome a llegarme a la cocina y tomar agua, regresando a la cama... tan sólo para sentir deseos de orinar. Y luego sed otra vez. Y ganas de mear, que se volvía urgente y me espantaba el sueño si no iba al baño. Intentaba no beber agua pero la sedía era demasiada, y bastaban dos sorbos de agua para que la vejiga dijera me llené. ¡Estaba atrapado!

   Qué noche esa noche... Y todas estas noches. 

¿MAS VIEJO PERO NO MAS SABIO?

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