Apenas
terminado el carnaval, sin pena ni gloria a pesar de los intentos de
templetes del gobierno usurpador (¿cuándo se entenderá que sin
plata no hay salida al cine, la playa o romántica que funciones?,
¿acaso necesitan que alguien se los explique?, ¿es necesario
drogarse tanto y tan seguido?), caemos en otra festividad, porque lo
es, y doble: el Miércoles de Cenizas. Hoy, oficialmente para el
mundo católico, comienza la Cuaresma, el tiempo que falta para
revivir y conmemorar los días de la pasión y muerte de Jesús. Un
acontecimiento religioso que debería llamar a la reflexión, como
aquello de que monstruos que cometieron toda clase de barbaridades,
algunas realmente delirantes, diciendose cristianos por ejemplo,
jamás siguieron las enseñanzas del Hombre, de quien el buen Gandhi
dijo que si se cumpliera con lo que dijo en el Sermón de la Montaña
el mundo sería perfecto. Por otro lado se espera el segundo gran
éxodo de principios de año en Venezuela, y buena parte del mundo,
la Semana Santa, que ya el miércoles al mediodía se vuelve santo y
no es laborable. Y nos volcamos a playas con igual entrega y fe que a
las procesiones. No en trajes de baño, claro, aunque no falta quien
lo intente. Al menos antes había que esperar los cuarenta días, con
la rabia de la gente seguro que aquí, una semana antes, con caras de
fiesta y anunciando bandas y cantantes que sólo en sus casas y sus
mamás conocen (y que unos sorprenden porque se les daba por muertos,
hace tiempo; otros que jamás debieron dejarse ver así como estaban;
otra vez, qué vaina con las drogas), se adelantan los días santos.
Circo sin pan. Las misas de los sacerdotes en VTV se vuelve más
negras que de ordinario en tales fechas.
Juan
Guaidó regresó a Venezuela, y lo hizo por Maiquetía, como dijo que
haría, a buena hora además, no entre media noche y gallos, como se
mueven los delincuentes, comenzando por los de la asonada del 4 de
febrero de 1992. Esa es la rabia que les da, que se les noten las
costuras y las necedades. Ser esperaba que lo esposaran allí mismito
en cuanto se bajara del avión. Pero no pasó. En lógica habría
sido lo sensato, dejarle en paz; con los niveles de rabia que hay en
la población por la extrema miseria, sin preñar el discurso del
bloqueo porque aquí las cosas se desaparecieron hace décadas y
ahora padecemos la hiperinflación que todos los economistas dijeron
que pasaría, todos, como aves de mal agüero (sabían de lo que
hablaban), excepto los del gobierno usurpador, que cambiando vacas
por lentejas que les decían eran mágicas pensaron que se resolverá
todo, seguro temieran que detenerlo desatara un motín. Digo que era
de esperar, pero se temía se atrevieran después de lo que la quema
de la ayuda humanitaria el 23 de febrero, cuando quedaron como unos
dementes totales, bailando, muy mal por cierto (la extrema gordura de
vicios y excesos los hace francamente repulsivos, no les ayuda),
mientras se quemaban esos alimentos y medicinas y mataban indígenas
en la zona sur del país. El miedo a terminar sus vidas en las
cárceles a la que se han hechos creedores les tiene mal, por un lado
quieren arremeter contra todos como toros ciegos, por el otro les
asusta que efectivamente la gente se canse y vaya por ellos o que den
una excusa final para una intervención de Estados Unidos,
unilateral, como ya hizo antes en Panamá e Irak, pasándose lo que
piensen los demás, chinos y rusos incluidos, por el forro del paltó.
En fin, Juan dijo que regresaría y regresó, eso todavía nos tiene
desconcertado, un sujeto que dice y cumple. Es tan raro...
Me
cuenta un amigo del Oncológico Luis Razetti, en Cotiza, que parece
que después de dos años un muerto regresa a la vida, el equipo de
cobalto del servicio de radioterapia. Centro al que conozco y le
tengo especial afecto desde hace casi dos décadas, cuando en una
Caracas más modesta, flanqueado por el equipo en el Hospital Vargas,
los dos en el Clínico, fuera de los dos en el Padre Machado, uno en
el Militar y dos en el Llanito, atendía a sus pacientes. Veinte años
después sólo funciona este, el cobalto (y aún está en revisión y
calibración), estaba operativo uno en el Padre Machado, lleva años
cerrado el del Vargas, sólo funciona uno en el Llanito donde, para
colmo, el personal se ha retirado por problemas operativos como
transporte, (no hay y es carísimo), el Militar sigue parado, con su
único equipo, y el Clínico continúa en crisis, una que lleva años,
explicado tal vez por el director del hospital que ordena arremeter
contra los empleados cuando piden aumentos (que atrevidos), pero se
deja filmar celebrando su cumpleaños gastando en garotas un dinero
que no es suyo; lo inexplicable de este caso, el Clínico, es que la
jefa del servicio de radiaciones, mujer que durante décadas fue
profesora de cuanto postgrado hubo, es desde hace añales alta
comisionada para verificar el buen funcionamiento de esos servicios,
o algun otro nombre largo e idiota como ese, y allí está, sin hacer
absolutamente nada, toda oronda... y muy odiaba, después de haber
sido tan respetada. Como sea, parece que el cobalto arrancará en el
Razetti, se imaginarán el desastre de ansiedad dentro de una
población que no tiene a dónde acudir por salud desde hace más de
diez años.
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