Al
verle jugando en la orilla todos lo quieren...
-¿Qué
vaya con ustedes, señor? ¿Para dónde, para qué? -pregunta
mirándoles dulcemente desconfiado. Los tres sujetos, algo panzones y
velludos, que tendrían una edad cercana a la de su padre pero
reciamente conservados, le miran con ojos ardientes.
-A
hablar, a pasear, a tomar una copita... -ofrece otro y el chico ríe.
-Cuando
bebo me vuelvo loco y no sé ni lo que hago. -informa y los sujetos
se estremecen.
-Tranquilo,
con nosotros estás seguro. -este les mira más desconfiado.
-¿Qué,
no es para bañarme la cara de leche caliente que me quieren? Si no
es eso de aquí no me muevo. -termina con una enorme y pícara
sonrisa.
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