domingo, 7 de abril de 2019

UN ADIOS A ALBERTO CORTEZ

ADIOS, DYLAN MCKAY
   Pasan los años y sigue cautivando...
   Hace tiempo atrás, cuando en Venezuela existía la llamada guerra de los ratings entre las dos grandes cadenas de televisión nacional, el sello disquero de una de ellas, Sonorodven, de VENEVISIÓN (cuando esta no era una vergüenza), produjo un disco de acetato, se entiende, que fue una maravilla, al menos para mí; JUNTOS. Una recopilación muy buena de cantantes y temas, y hasta un tanto de estilos, de voces hispanas. Me encantaba “Tú, sólo tú”, de Bertín Osbornes, “Juntos”, de Paloma San Basilio, y especialmente una italiana de la que, confieso, nada sabía hasta ese momento, Rafaella Carrá y su “Caliente, Caliente”. Esa mujer me dejó impresionado y enamorado. Fue tal el impacto del tema, y la cantante, que luego se volvió súper conocida por aquí, siendo traída muchas veces por VENEVISIÓN a su Sábado Sensacional, cuando era en verdad una revista musical.
   En ese disco también estaba “Castillos en el aire”, que me parecía una canción un tanto triste para tal producción. Pero que era un tema hermoso, que hacía pensar en algún anhelo insatisfecho, alguna esperanza por cumplir… o un fracaso, un sueño roto. Lo cantaba Alberto Cortez, y debo confesar que no era mi preferido aunque escuchara cada vez su canción. No era cosa de saltársele tampoco, porque contaba con una buena letra.
   Es cuando escucho más tarde “Un cigarrillo, la lluvia y tú” (no esta versión tan llamativa visualmente), que entendí que el hombre le cantaba a lo pequeño y cotidiano, pero también a lo grande como a la vida, su vida. La de cualquiera. Era un artista que te hacía mirar lo que tenías al frente, lo que ocurría todos los días, mostrándonos su magia y su belleza, igualmente tu lugar en la transcendencia. Era un poeta. Y seguirá siéndolo, porque su partida física no cambiará eso.


   Si, Alberto Cortez, cantautor argentino que se volvió ciudadano del mundo, falleció la semana pasada, miércoles 27 de marzo, en España, víctima de una complicación con una hemorragia gástrica, a los setenta y nueve años de edad. Una verdadera pena. Suya fue la voz de una rica época en la cual abundaron los poetas de la canción, también de disconformidad por la vida que por momentos parecía que se les quería hacer llevar. Siendo argentino que vivió lo que ocurriera en su nación, no es extraño que cierto tinte de protesta toque sus temas.
   “No soy de aqui, no soy de allá” fue y es una de sus grandes producciones, una de las preferidas para mí; esa versión del tema de Facundo Cabral, a quien le unió una profunda amistad, le quedó maravillosa. ¿Quién puede escuchar su interpretación y no sentirse atrapado, subyugado, y quedar pensativo, meditando sobre su propia vida y su ser?

   Que descanse el paz el hombre, el poeta seguirá alzando vuelo viviendo en la memoria de los pueblos. 

JUEGO DE TRONOS 1x8, PURAS ESPERAS...

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