Cuando
se es bueno en lo que se hace...
El
presidente, rodeado de los hermanos mayores, sonríe complacido, y
caliente, viendo a los novatos presentar el examen para convertirse
en parte de la fraternidad. Habían chillado de gusto a ver a las
hermosa mujeres, chillaron más, de sorpresa y espanto, a verles los
tamaños de las vergas, sabiendo que debían tragarlas o serían
echados. Una vez con ellas en las bocas la naturaleza siguió su
curso, ¿acaso había algo mejor que chupar?, aunque los chicos
reales no lo admitirían jamás. Esas “nenas” eran los “hermanos”
que no pasaron la prueba y fueron transformados en las putas de la
casa; quienes chuparan y se tragaran la leche correrían la misma
suerte. Sin advertirles antes, claro. Así los eligen. El apetito
demostrado después de la ordeñada decidía el destino de cada
chico. Era su método y funcionaba. Se sentía complacido de hacer
brotar lo maricas perdidas en algunos de ellos, de mostrarles su
lugar en esta vida. Ya le tiene montado el ojo a uno de los nuevos, y
vaya que se divertiría con él en la cama, haciéndole vestir
sensuales pantaletas al tiempo que le cría el coño y le ve crecer
las tetas...
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