ELSO
-Sí,
sé que te emocionas viéndome vestido así, aunque luego salgas como
desesperado a arráncarmelas, a enterrar la cara y a chupar sin
pensar en nada más. Por eso lo hago, por ti. -le confiesa y lo agita
deseando como siempre hacerle feliz.
Le
avergonzaba tanto aquello, la manera sumisa en la cual se entregaba a
los deseos de aquel sujeto que hasta ayer era tan solo su vecino; a
quien le encantaba no sólo verle lo chico del bronceado al quitarle
los hilos, sino que al pasar la lengua encontrarlo saladito.
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