Como
todo en Venezuela, es difícil decirlo o entenderlo…
El
día martes 30 de abril el país despertó con una noticia extraña,
que el gobierno ha intentado por todos los medios convertirlo en una
victoria, aunque es dudosa como todas sus estrategias. Respondiendo a
la nueva arremetida del régimen de facto que desde el 10 de enero
usurpa el ejecutivo contra un Parlamento electo en comicios abiertos,
directos y universales, secuestrando diputados y desapareciéndolos,
violándose nuevamente la Constitución de la República, y la
amenaza de que se construía una celda especial (algo así como para
Hulk) para detener a Juan Guaidó, este replicó yendo al SEBIN, sede
de la siniestra policía política, y sacó a Leopoldo López, líder
de Voluntad Popular, quien estaba preso desde el 2014 cuando el
régimen, por televisión, llamó a los colectivos a enfrentar con
sangre y fuego las protestas en las calles (provocadas en el estado
Táchira por uno de los sujetos más funestos de este país, José
Vielma Mora, cuando arremetió contra la universidad),
responsabilizándose de esos muertos al líder opositor; pero fue aún
más lejos Juan en su desafío. Llamó a los militares a desconocer a
Nicolás Maduro Moros, deslegitimado desde el golpe de estado contra
la constitución señalado por la fiscal Luisa Ortega Díaz, y actual
ocupante de un cargo que violenta. ¿Me amenazas?, con esto te
respondo.
La
cosa fue hasta divertida, si exceptuamos al muerto que provocó la
arremetida gubernamental de ese día 30 de abril. Desde hace semanas
se viene retando a Juan Guaidó para que libere a Leopoldo López,
¿no y que es el presidente?, que fuera y lo soltara. Día tras día.
Y este va y lo hace. Como dijo que saldría de Venezuela y luego que
regresaría por Maiquetía, cumpliendo. Los socialistas cacarearon de
una manera impresionante en varias partes del mundo, especialmente en
Bolivia y España, denunciando “un golpe de estado que fracasó”.
Hasta donde se sabe sólo llamó a alto mando militar a desconocer a
Nicolás Maduro Moros, y los golpes de estados se dan con tropas
armadas, tanquetas, aviones y ametralladoras disparando contra la
gente, como lo hiciera en su momento Hugo Rafael Chávez Frías,
fracasando miserablemente en la tarea, como en todo lo que hizo
después. No lo sabíamos pera era su marca de fábrica. Lo inútil.
El
problema para Guaidó estuvo en llamar al país a las calles
acompañado de un llamado a los uniformados, algo que no ocurrió.
Aparentemente si se había hablado con militares, quienes dijeron
estar de acuerdo porque esto ya no se soporta, pero a la hora de la
verdad les dio culillo y traicionaron a todo el mundo. Lo cual no
debe extrañar, desde la llegada de Hugo Rafael Chávez Frías al
poder, la Fuerza Armada Nacional se llenó de basura lamentable. Son
unos sujetos impresentables que nos avergüenzan frente al mundo.
Dejaron que el país se llenara de narcotráfico defendiendo los
negocios de ciertos nombres dentro de la cúpula fascista gobernante;
permiten que la narcoguerrilla colombiana se pasee por aquí como
Pedro por su casa, controlando territorio, matando venezolanos;
colaboraron para que el país se desangrara mediante el contrabando
por las fronteras; y, para colmo de colmos, los payasos esos van y
dejan perder la Zona en Reclamación, entregada para el negocio a
Guyana, Brasil en ese entonces en manos de Lula y su mafia, y
empresas cubanas. Para eso quedaron. Los cuentos de un enfrentamiento
con los gringos, o los colombianos, tan solo son desvaríos de gente
intoxicada, este ejército sólo sirve para reprimir amas de casa,
ancianos y muchachos desarmados. Para más nada. Y ni siquiera
cumplen sus promesas, como se viera en este caso.
Pero,
por otro lado, la gente tampoco acudió al llamado, porque oyeron de
militares y, fuera de creer que podía ser algo únicamente político
(todos estamos mal, pero aún hay gente que desconfía de los
políticos de oposición y sus agendas secretas, los tres años
siguientes al 2015 y la pelea a cuchillo por una silla todavía
ocupada les hizo mucho daño), no iban a arriesgar lo único que
tenían, sus vidas en una aventura de la cual no sabían nada,
especialmente convencidos como están de que el régimen usurpador
mata y mata gente sin que nada ocurra a nivel internacional (hasta a
Libia se le llamó la atención por eso al enloquecido dictador,
durante la Primavera Árabe, aquí nada). Sin embargo esta
resistencia al entendimiento con militares no es algo nuevo, cuando
Hugo Rafael Chávez Frías dio su golpe de estado, en el 92 del siglo
pasado, su intentona porque fracasó, fuera de focos concretos la
gente, como los estudiantes, el país no salió a apoyarles, ni el 27
de noviembre de ese mismo año, porque donde hay armas y nadie paga
muertos, eso queda como muy difícil.
El
error de Juan Guaidó fue dejar que el asunto escalara si allí no
había ni militares pronunciándose, acobardados otra vez, ni pueblo
llenando eso. Tal vez con una demostración multitudinaria de rabia y
apoyo en las calles, pero de verdad, llenando cuadras y cuadras, con
personas soltando sapos y culebras contra Nicolás Maduro Moros en
los cerros y barriadas, incontenibles porque se les tiene miedo, los
militares no habrían sido tan miedicas. Se olvidaron de sumar a
todos a la causa de un cambio para salir de esta miseria extrema. Ese
trabajo aún no se ha hecho. No hay nada a lo que le tenga más miedo
el régimen de facto que a la gente en las calles de Caracas, en las
zonas populares, lanzándole insultos a la policías y directamente
al líder de la fracasada revolución, muchas veces yéndose a las
manos reclamando sus derechos. En el fondo sienten un terror real de
que en verdad se arrojen contra Miraflores y la sede de la Asamblea
Nacional Prostituyente.
Sin
embargo hay que aclarar que estas protestas populares que tanto
asustan al régimen de facto, pocas veces son para pedir cambiar el
gobierno, porque el asunto aunque es político aún no se aprecia
así; se pelea por agua, luz, gas, alimentos, contra el hambre (por
la caja), y es el filón que debe penetrarse. Poner a todos en una
sola acera, sumando, no restando gente tachándolas de muertos de
hambre que ojalá se mueran, para que se queden al lado del gobierno
de facto. Alejando a los adecos de las calles porque a Henry Ramos
Allup hay que impedirle que siga siendo popular o será presidente
antes que yo, alejando a la gente de Primero Justicia por lo mismo, y
a los cuyanos y a todos, esperando que Juan se quede solo, ¿contando
con quién?, ¿el pueblo que nunca sale, con militares cobardes? No,
a esta acera hay que atraer a todo el que esté arrecho y quiera
salir de esta vergüenza, o porque ya no se cale más el hambre y la
miseria, el no poder viajar como antes en carnavales y semana santa,
ni celebrar los bautizos, los quince años o los matrimonios,
reunirse los domingos con los hermanos y amigos y comerse una buena
parrilla acompañada de cervezas frías como podía cualquier familia
antes. ¿En serio cuesta mucho entenderlo?
Me
gustó ver que la señora María Corina Machado, cuyo discurso ha
hecho tanto por dividir a la oposición y alejar a todos los que
pueda de la misma meta, acudir el 30 de abril al llamado de Juan
Guaidó. Valerosamente. Ella siempre ha propulsado la idea de un
enfrentamiento de fuerza y lo encaró. No sé si entendió que eso
tiene que ser con pueblo de verdad y militares reales, que los gritos
y discursos encendidos no encaran o derrotan a una patota armada. Que
hay diferencias entre lo que se desea que ocurra y lo que pasa. No
guardo esperanzas al respecto, eso era evidente hace años, desde el
23 de enero del 58, y especialmente desde las revueltas de la
Primavera Árabe, y sin embargo desearon no verlo porque si la
realidad estorba entonces hay que reescribirla. Tan desvariantes como
un Hugo Rafael Chávez Frías, un Nicolás Maduro Moros o un Diosdado
Cabello cualquiera, porque el chavismo sí que parece una enfermedad
contagiosa. Tan absurdo como era el planteamiento, merecido es el
resultado. Y sin embargo me alegró ver que salió, ella, fiel a su
prédica, por estéril que sea. El trabajo político tiene que
hacerse, y comienza por atraer sociedad civil, masas populares,
seguidores, o pueden hablar de aquí hasta que el sol estalle en una
gigante roja y no lograran un carajo. Para cosechar hay que sembrar,
por aburrido y laborioso que sea.
¿Y
Juan? Sigue aquí. Dicen que despacha desde la embajada de Estados Unidos, donde parece que no obedecerán la orden de salir del país impartida por el régimen usurpador. Y si los dejan se rayan, si intentan sacarlos por la fuerza quién sabe a qué estarán dándo pies. No caeré en la locura de exigirle que vaya solo a
tumbar a Maduro, o que invoque un artículo equis que muchos creen
tiene poderes mágicos para obligar a responder, ni que aparte de la
lucha a estos y aquellos para que en las redes la gente sea feliz,
pero si que se acerque a quienes tienen muy claro lo que significa
levantar la protesta desde la base, desde la barriada y el cerro,
apelando a la rabia de la gente que todavía recuerda esa venezuela
donde se comía tres veces al día, se podía acceder a vivienda,
salud y vestimenta, si se trabajaba, claro, y no esta locura de
hambre y ruina, esta rabia ante una vida miserable.
Si
hay gente que recuerda, gente arrecha, que vengan para acá,
indiferentemente de lo que sientan o piensen del difunto. Eso quedará
para después. El trabajo tiene que partir de donde más miedo le
infunden al régimen, de Caricuao y Antímano, de El valle a Cotiza,
de Caucaguita a La Dolorita. Debe existir gente ya trabajando allí,
búsquelos, señor Guaidó.
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