lunes, 3 de junio de 2019

QALANG

   Si, la playa era tan hermosa como todo el paisaje mismo, pero, para él, no tanto como el muchacho. El cual, confiado y algo arrogante, le mira y sonríe. “Profe, siempre le veo por aquí cuando vengo a surfear...”, comenta; “¿le gusta lo que ve?”. Cosa que hace que su corazón lata con fuerza, ¿acaso había en esas palabras una propuesta? ¿Una promesa?
   El guapo hijo de perra sabe que le gusta su comida salada, así que sonriendo alza un brazo recordándole las muchas horas que ha pasado con el rostro contra sus axilas, lamiendo... Joder, si no fuera el marido de su mejor amigo tal vez habría aceptado ser su perra complaciente cada día.
   El hombre se inquieta; si ese sujeto seguía mirándole con esa entregada adoración, ojos brillantes y labios húmedos al pasar su lengua inconscientemente, el tigre que llevaba dentro se le iba a agitar, querría saltar y salir fuera de sus amarres. Y cuando salía nada lo detenía, tan sólo deseaba cálidas cuevas donde meterse. 

SEBELE

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