DAVID BECKHAM, COMO LOS BUENOS VINOS
Ni
idea tenía...
De
esos años cuando las Kardashian no eran ni un proyecto (en
televisión, se entiende; ya habían nacido), y Paris Hilton y una
amiga, aquella catira insípida que la seguía, vivían haciendo
programas francamente idiotas en FOX, preguntándome yo para que los
hacían, quién veía eso, experimentando la sorpresa de saber que
era famosa por... por ser ella y aparecer en un programa haciendo sus
cosas, aprovechando la relación con su familia, me reía. Se sentía
tan tonto todo. Que apareciera ella misma en la serie Supernatural
como una diosa que encarnaba a los nuevos dioses que el hombre se
creaba, presentándose a sí misma, como Paris Hilton, confundida
ante tanta tontería (fue un episodio genial), me quedó esa idea. Lo
insólito de la gente que no es famosas gracias a tal o cual talento,
sino por aparecer, postear su vida y tener a millones delirando tra
ellos. Y en ese orden de idea el programa de las Kardashian... Basta
aparecer en televisión y explotar la exposición en sus redes
sociales para que levanten todo ese altar a la popularidad rápida.
Lo que en sí hay que reconocerles, esa habilidad; la verdad sea
dicha.
Pero
tal vez todo esto sea subjetivo, según uno quiera mirar, como lo es
todo en la vida, ¿no?, porque cuando aparece el argentino Ricardo
Fort, me quedé con la boca abierta, riendo pero profundamente
interesado en su vida. Él, que era todo un showman. Su apariencia,
su comportamiento bullanguero, desordenado, intencionadamente
exhibido para llamar la atención era intrigante por ratos. Que
proviniera de una familia con recursos (del negocio del chocolate), y
que deseara mostrarse como parte de la farándula era interesante.
Pero, a mí, lo que más llamaba la atención eran sus declaraciones
reiterativas sobre su sexualidad: el que no era gay. Pero, por favor,
¿quién le creía por ese entonces? Y no era nuestra culpa.
Todo
comenzó para el señor Fort cuando montó su propio reality show por
Youtube, exhibiendo su fastuosa y algo excéntrica forma de vida (y
la de los millonarios, ver en qué gastan la plata o qué usan,
siempre atrae la atención), y mucho más cuando se rodea de fornidos
y muy bien parecidos guardaespaldas, así como un séquito de los que
él llamaba sus “gatos”, conformado por unos aún más apuestos
modelos masculinos. Y con su novia, claro.
Si
eso sumamos su cuerpo bronceado, musculoso, siempre llamativamente
vestido, o no, la cosa ya estaba hecha. Porque la flaca París, por
ejemplo, no era muy llamativa que digamos.
En
el caso del señor Fort, la popularidad alcanzada a través de su
canal fue grande que le valió una invitación a la televisión
abierta, en Argentina, en un programa de variedades, donde pudo
cantar, bailar y actuar a lo grande. Dejando salir la diva interior,
pues. Con eso se catapultó su popularidad... y comenzaron los
comentarios sobre su vida en serio.
El
que sí siempre había sido gay, que eso fue lo que le separó de su
padre teniendo que irse a Miami, no regresando hasta la muerte de
este, y que los hermanos no aprobaban su conducta fueron algunos de
los que más corrieron, sin ser confirmados por él. Quien le metía
más candela al horno cuando hablaba de sus hijos mellizos gestados
en un vientre alquilado, de donde, según él, Ricky Martin copió la
idea.
El
hombre compró una mansión y a ella se fue a vivir con sus
guardaespaldas, los gatos, su madre y sus hijos, lo que en sí
se escucha bastante picantillo. Para colmo, siendo ya famoso, se
aseguró que rodaron por allí unas fotografías suyas donde aparecía
desnudo como parte de su perfil en una páginas de enlaces
homosexuales, algo que negó rotundamente. Pero las imágenes
circularon a pesar de todo.
Qué
fue poco acertado hablando de su sexualidad, negando lo gay, se nota
cuando apareció en un medio de comunicación diciendo que sí, que
había sostenido relaciones sexuales con hombres cuando era más
joven, pero que eso no había pasado de cierto punto. Y luego se
fotografiaba con modelos y amigos en marchas del orgullo gay.
Pues,
acabo de enterarme que ha muerto. Hace rato. A los cuarenta y cinco
años de edad (¡apenas!), víctima de problemas coronarios. Aunque
esto también estuviera envuelto en la controversia, como muchas
cosas en su vida. Recuerdo haber leído por esos tiempos cuando
cantaba y bailaba, que alguien comentaba que ese hombre no paraba,
que no descansaba, que ese corazón terminaría pasándole factura.
Parece que fue cierto. Una verdadera pena, porque era una vida
fascinante por lo escandalosa, lo llamativa y hasta superficial. Me
pregunto si sería feliz, eso que todos entendemos como tal, estando
un rato en paz, con gente amiga y amada, sintiendo que se tiene todo
en ese instante y que nada más hace falta. Espero que sí, buscó
mucho algo, sea lo que esto haya sido, esperemos que lo haya
encontrado.
Por
cierto, como una peculiaridad, dicen que fue quien más ayudó a que
la canción de Pitbull, el de Calle 8, I know you want me, se
volviera un éxito. Sin embargo, y sin ánimos de molestar, disiento
un poco en lo tocante a su talento, no me parecía que cantara muy
bien. Que me disculpen los deudos. Pero de que se hacía notar, que
era lo que buscaba como lo hacen tantos otros, se hacía notar. Su
hijo, ya adulto, dice que le recuerda con cariño y afecto, lo que
termina siendo siempre el mejor tributo a una vida.
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