lunes, 17 de junio de 2019

RICARDO FORT, UN RECUERDO...

DAVID BECKHAM, COMO LOS BUENOS VINOS

   Ni idea tenía...
   De esos años cuando las Kardashian no eran ni un proyecto (en televisión, se entiende; ya habían nacido), y Paris Hilton y una amiga, aquella catira insípida que la seguía, vivían haciendo programas francamente idiotas en FOX, preguntándome yo para que los hacían, quién veía eso, experimentando la sorpresa de saber que era famosa por... por ser ella y aparecer en un programa haciendo sus cosas, aprovechando la relación con su familia, me reía. Se sentía tan tonto todo. Que apareciera ella misma en la serie Supernatural como una diosa que encarnaba a los nuevos dioses que el hombre se creaba, presentándose a sí misma, como Paris Hilton, confundida ante tanta tontería (fue un episodio genial), me quedó esa idea. Lo insólito de la gente que no es famosas gracias a tal o cual talento, sino por aparecer, postear su vida y tener a millones delirando tra ellos. Y en ese orden de idea el programa de las Kardashian... Basta aparecer en televisión y explotar la exposición en sus redes sociales para que levanten todo ese altar a la popularidad rápida. Lo que en sí hay que reconocerles, esa habilidad; la verdad sea dicha.
   Pero tal vez todo esto sea subjetivo, según uno quiera mirar, como lo es todo en la vida, ¿no?, porque cuando aparece el argentino Ricardo Fort, me quedé con la boca abierta, riendo pero profundamente interesado en su vida. Él, que era todo un showman. Su apariencia, su comportamiento bullanguero, desordenado, intencionadamente exhibido para llamar la atención era intrigante por ratos. Que proviniera de una familia con recursos (del negocio del chocolate), y que deseara mostrarse como parte de la farándula era interesante. Pero, a mí, lo que más llamaba la atención eran sus declaraciones reiterativas sobre su sexualidad: el que no era gay. Pero, por favor, ¿quién le creía por ese entonces? Y no era nuestra culpa.
   Todo comenzó para el señor Fort cuando montó su propio reality show por Youtube, exhibiendo su fastuosa y algo excéntrica forma de vida (y la de los millonarios, ver en qué gastan la plata o qué usan, siempre atrae la atención), y mucho más cuando se rodea de fornidos y muy bien parecidos guardaespaldas, así como un séquito de los que él llamaba sus “gatos”, conformado por unos aún más apuestos modelos masculinos. Y con su novia, claro.
   Si eso sumamos su cuerpo bronceado, musculoso, siempre llamativamente vestido, o no, la cosa ya estaba hecha. Porque la flaca París, por ejemplo, no era muy llamativa que digamos.
   En el caso del señor Fort, la popularidad alcanzada a través de su canal fue grande que le valió una invitación a la televisión abierta, en Argentina, en un programa de variedades, donde pudo cantar, bailar y actuar a lo grande. Dejando salir la diva interior, pues. Con eso se catapultó su popularidad... y comenzaron los comentarios sobre su vida en serio.
   El que sí siempre había sido gay, que eso fue lo que le separó de su padre teniendo que irse a Miami, no regresando hasta la muerte de este, y que los hermanos no aprobaban su conducta fueron algunos de los que más corrieron, sin ser confirmados por él. Quien le metía más candela al horno cuando hablaba de sus hijos mellizos gestados en un vientre alquilado, de donde, según él, Ricky Martin copió la idea.
   El hombre compró una mansión y a ella se fue a vivir con sus guardaespaldas, los gatos,  su madre y sus hijos, lo que en sí se escucha bastante picantillo. Para colmo, siendo ya famoso, se aseguró que rodaron por allí unas fotografías suyas donde aparecía desnudo como parte de su perfil en una páginas de enlaces homosexuales, algo que negó rotundamente. Pero las imágenes circularon a pesar de todo.
   Qué fue poco acertado hablando de su sexualidad, negando lo gay, se nota cuando apareció en un medio de comunicación diciendo que sí, que había sostenido relaciones sexuales con hombres cuando era más joven, pero que eso no había pasado de cierto punto. Y luego se fotografiaba con modelos y amigos en marchas del orgullo gay.
   Pues, acabo de enterarme que ha muerto. Hace rato. A los cuarenta y cinco años de edad (¡apenas!), víctima de problemas coronarios. Aunque esto también estuviera envuelto en la controversia, como muchas cosas en su vida. Recuerdo haber leído por esos tiempos cuando cantaba y bailaba, que alguien comentaba que ese hombre no paraba, que no descansaba, que ese corazón terminaría pasándole factura. Parece que fue cierto. Una verdadera pena, porque era una vida fascinante por lo escandalosa, lo llamativa y hasta superficial. Me pregunto si sería feliz, eso que todos entendemos como tal, estando un rato en paz, con gente amiga y amada, sintiendo que se tiene todo en ese instante y que nada más hace falta. Espero que sí, buscó mucho algo, sea lo que esto haya sido, esperemos que lo haya encontrado.
   Por cierto, como una peculiaridad, dicen que fue quien más ayudó a que la canción de Pitbull, el de Calle 8, I know you want me, se volviera un éxito. Sin embargo, y sin ánimos de molestar, disiento un poco en lo tocante a su talento, no me parecía que cantara muy bien. Que me disculpen los deudos. Pero de que se hacía notar, que era lo que buscaba como lo hacen tantos otros, se hacía notar. Su hijo, ya adulto, dice que le recuerda con cariño y afecto, lo que termina siendo siempre el mejor tributo a una vida.

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