lunes, 8 de julio de 2019

ТРЕТІ

ПЕРША

   Qué angustia con la hora...
   Mierda, era como una pesadilla. Mira y mira la hora porque ya viene su mujer, y le aterra que vaya a encontrarle en esas. En su cama matrimonial. Pero ¿cómo resistirse al chico, a esa perra que siempre andaba “vamos, vamos, dame güevo”? Qué chillaba que le encantaba el güevo. Su güevo. Quien se abandonaba con deleite mientras lo enculaba, quien resistía sus duros machetazos, el chico que no pensaba ni en tocarse porque lo único que deseaba experimentar era su barra llenándole la “vagina”. Era imposible verle ya sin que se le parara, duro como tabla. ¿Qué era su culpa por hacerle gozar tanto después de aquella fiesta donde quedó medio borracho y ahora debía calarsela?, bien, era una regla no escrita que si un joven cuñado se rascaba y a uno le ardía la verga podía metérsela. Pero, claro, ¿cómo se lo explica a Elena? Era mejor que esta no supiera. Joder, si se atreviera a pedirle que usara un buen par de sus pantaletas... 

ЧЕТВЕРТО

No hay comentarios.:

Publicar un comentario