EPICA
Le
encantaba ejercitarse, mostrar que era fuerte, que era bueno, que
podía con largas rutinas... Así como el otro no se cansaba de
mirarle. “Hey, amigo”, le sorprende; “móntate para que me
sirvas de peso. Ya vas a ver cómo te alzo arriba y abajo, arriba y
abajo”.
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