domingo, 21 de julio de 2019

DEUDAS

ODIO A LO RUTINARIO

   No hay peor castigo que pagar por algo mal hecho...
   -No, no puedo hacer esto. En serio, señor Gómez. -jadea el hombre, con el corazón temblándole en el pecho, rabioso, pero también asustado.- ¡Soy un macho! Mi mujer y mis hijos...
   -¡Cállate! -ruge estremeciéndole por lo tajante y violento tras el tono. Odia que le altere así.- Me importa un carajo saber que tienes mujeres por ahí, que tiene una buena verga de la cual estás orgulloso y que repartes entre las clientas cuando deberías estar trabajando en los motores de mi maldita flotilla de limusinas. Lo que me interesa es tu vagina caliente, puta.
   -Pero señor... -enrojece feo, mirando a los otros dos sujetos que llegaron con el alto y algo llenito ejecutivo, un tipo de cabello negro y ojos coléricos.
   -Acordamos tú y yo que me obedecerías si no decía nada sobre eso, si no sacaba de este taller de mierda mis autos, para que tus jefes no lo supieran y toda esta porquería se arruinara y no tuvieras ni frijoles mágicos para llevar a tu casa. Que tu culo peludo sería mío para usarlo a mi manera, para llenarlo las veces que quisiera y cómo deseara. Ahora deseo que mis socios y amigos también te follen, duro y fondo, uno por la boca, otro por el culo, luego cambiando y cogerte finalmente yo cuando sus leches chorreen de tu concha caliente. -ruge con una sonrisa torcida y los puños apretados.
   -Pero, señor... -gimotea, aterrado por la escena descrita. Dios, ¿cómo se metió en ese peo? ¿Quién hubiera jurado que el hasta entonces amable y paciente sujeto, que entendía que no arreglara las alineaciones mientras se follaba a una que otra ama de casa luego le saliera con eso?- No es fácil para mí soportar que un hombre me... Me... ¡No digamos ya tres!
   -Me sabe a casabe, conoces tus obligaciones. Vengo por lo que me pertenece, a lo que tengo derecho: tu culo peludo. Uno que amasa y abraza sabroso mi verga cuando te la clavo. Un culo que más bien parece un chocho. Por las próximas dos horas, nuestro tiempo de almuerzo en la concesionaria, serás nuestra perra designada. Y es mejor que lo hagas bien, que nos saques la leche dándonos mucho placer o te juro que vendré esta tarde y le contaré todo a tu jefe y a tus siete compañeros. Tal vez no te bote porque también le debes, pero imagina a todos esos carajos gozándose tu coño.
   -Pe... pero... -enrojece feo, temblando visiblemente.
   -Nada de peros, bájate esa mierda, vuélvete y menea para nosotros tu sexo, separándote las mejillas con las manos. Excítanos, o más, porque sabes que tu vagina me encanta. Pero debes calentar a mis socios, hazlos desear llenarte con sus vergas. Suplícales amor, ruégales que te permitan servirles. ¡Vamos! -trona abriéndose la bragueta dentro del caro pantalón de sastre, sacándose una verga blanco rojiza, ya gorda y goteante.
   -Si, señor... -brama débil, temblando a esas alturas no sabiendo exactamente ni por qué, dejando caer la braga de trabajo y mirando a los otros.- Por favor, señores, ¿me dejan chupar sus güevos?
   -Diles qué quieres. -exige el tipo mientras los otros ríen, disfrutando verle humillado, roto en su hombría, atrapado por su pereza y sinvergüenzura. El tolete le pulsa y suelta una gota cuando el otro enrojece mucho, traga en seco y los ojos casi le lloran.
   -Quiero chupar sus vergas, las quiero en mi culo. -jadea derrotado.
   -¿QUÉ DIJISTE?
   -¡QUIERO CHUPAR SUS VERGAS Y SENTIRLAS LLENANDO MI CULO! -grita desesperado.
   -¿TU CULO?
   -¡MI VAGINA! ¡QUIERO QUE LLENEN MI VAGINA DE VERGAS Y LECHE! -grita desesperado.
   -Bien, puto, lo has logrado. Da la vuelta, agáchate en cuatro. Te ves todo atormentado y lloroso, maricón, pero estoy seguro que en cuanto estas buenas vergas comiencen a estirar tu sensible y apretado coño te pondrás de ánimo para asistir más tarde, esta noche, a una reunión en mi empresa. Es una fiesta de premiación por ventas y la animarás. Allí sí que conocerás hombres de verdad...

2 comentarios:

  1. ¡Hola, amigo! Este pequeño cuento me recuerda a la historia "El Dilema", cuando Franco chantajeaba a Daniel. Je, je

    Hablando de historias del pasado, te he enviado un nuevo correo.

    ResponderBorrar