lunes, 15 de julio de 2019

HISTORIAS DE LA GUERRA SUCIA

NECESITADO DE DISCIPLINA

   Si estaban ocupando, que sirviera para algo...
   En el día ese uniforme era el terror de la Europa del este. De noche, quitárselo entre azotes y nalgadas, era la delicia de los aliados forzado en el Tratado de Varsovia. Había algo no sólo erótico en llegar y tomar a uno de los rubios soldados de Moscú, alzarle las piernas mirándole a los ojos, y penetrarle, viéndole enrojecer las mejillas, intentar contener el gemido de gozo mientras su vagina era usada. Era una vendetta que se cobraba con cada enculada, con cada culito de esos chorreando semen; era un desquite desde Praga hasta Lituania. Dejárselo rebosante de leche, ordenarle que no se limpiara, moviera o cerrará, para que el que entrara supiera y también lo llenara, siendo consciente de que tan sólo era la perra de los países ocupados era la meta. Eso les inquietaba, les avergonzaba un poco, ¿acaso el glorioso ejército rojo no cubrió un tercio del mundo?, pero a la vista de una buena verga eslava, siempre hambrientas de sexo, era más de lo que podían soportar en dos continentes. Eran eso, sus perras calientes. 

LIMITES EN LA GUARDIA

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