NECESITADO DE DISCIPLINA
Si
estaban ocupando, que sirviera para algo...
En
el día ese uniforme era el terror de la Europa del este. De noche,
quitárselo entre azotes y nalgadas, era la delicia de los aliados
forzado en el Tratado de Varsovia. Había algo no sólo erótico en
llegar y tomar a uno de los rubios soldados de Moscú, alzarle las
piernas mirándole a los ojos, y penetrarle, viéndole enrojecer las
mejillas, intentar contener el gemido de gozo mientras su vagina era
usada. Era una vendetta que se cobraba con cada enculada, con cada
culito de esos chorreando semen; era un desquite desde Praga hasta
Lituania. Dejárselo rebosante de leche, ordenarle que no se
limpiara, moviera o cerrará, para que el que entrara supiera y
también lo llenara, siendo consciente de que tan sólo era la perra
de los países ocupados era la meta. Eso les inquietaba, les
avergonzaba un poco, ¿acaso el glorioso ejército rojo no cubrió un
tercio del mundo?, pero a la vista de una buena verga eslava, siempre
hambrientas de sexo, era más de lo que podían soportar en dos
continentes. Eran eso, sus perras calientes.
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