NECESITADO DE DISCIPLINA
¿Acaso
no presienten el peligro?
La
mujer grita en su silla, con la boca y ojos muy abiertos, casi
abanicándose con las manos en una cuasi parodia de sorpresa los “mi
marido, mi marido, ¿pero qué le hacen a mi marido?”, mientras las
amigas ríen, aplauden, palmotean y le dicen que van a preñarlo. ¿A
qué mujer se le ocurre llevar al marido, casi obligado, a una
despedida de solteras para ver streepers masculinos bien dotados, en
la idea de parecer mandona y moderna? ¿Acaso no saben que maridos
sometidos, con dos cervecita encima, y ante la vista de una buena
polla se desatan? Bien, no puede negarse, piensa ella en un punto
oscuro, que es excitante verle tan ansioso, jadeante, gimiendo por
más en su boca. ¿Chillaría igual o más cuando le reventaran el
culo? Era cosa de mirar y no sólo de adivinar, así que se suma al
coro de: “Cógelo, cógelo a fondo”.
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