LA IGLESIA Y SUS APUROS DOCTRINALES
No
te digo...
En
estos día hubo una pequeña crisis en casa de mi madre, el perrito
que tiene, una monura, andaba irritable, gruñón, y llegó al
extremo de morder a una de mis sobrinas. El animalejo parece resentir
que a mi señora madre le regalaran otro perrito. Más pequeño y más
mono. Anda celoso, pues. Y tal vez darle con una chola no fue lo más
acertado. Pero, es que parece, que está demostrado, que estos fieles
animales pueden sentir profundas emociones, como celos y depresión.
Y que estos se motivan en la misma fuente: sus amos. Un perro
acostumbrado a recibir sonrisas, palabras cariñosas, caricias y
atención cuando se le alimenta, al que se saca a pasear, no entiende
cuando un día se le ignora, se le espanta con disgusto o se le grita
sin razón. Lo que enfurece a los más jóvenes, como el animalito en
casa, y causa tristeza en los más adultos, que saben procesar mejor.
Dígame qué sentirá un perro que, sin una razón, de pronto es
encadenado o azotado. O abandonado. “Vamos, campeón, sube, sube”,
y dejado en un monte. Personalmente no tengo mascotas, ya bastante
tengo cuidando de mí, pero es como una maldad tratarlos así. A los
perros. Si buscara mascota me decidiría por un gato que se cuidara
solo, incluso buscar qué comer y que no se preñara; como se ve, los
perros han resultado animales demasiado complejos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario