martes, 27 de agosto de 2019

ASYLUM

NECESIDADES

   Ciertos tratamientos para sacar a un chico de la depresión pueden parecer duros, por lo que sus padres, novias o amigos no preguntan mucho cómo los harán reaccionar. Los intentos son variados. Por un lado está el siquiatra, por el otro los neurólogos, y sin que estos sepan están los enfermeros y custodios que también intervienen. Sujetos que siempre logran una primera reacción de aquellos jóvenes catatónicos: “¡No soy ningún marica!”, gritan cuando comienzan a tocarlos. Para luego ser follados. Gritaban y se debatían, peros estos sabían mejor. Tanto hablar, tantas pastillas... Cuando regresaban para una segunda dosis, estos estaban más que calientes y dispuestos a otra enculada. Necesitaban el íntimo trato humano. Sonriendo, enfermeros y custodios, sabían que esos tíos se decían que era algo puntual, que al salir serían como antes... Y mientras más les gustaba cabalgar una polla, mientras más gemían sintiéndose llenos al extremo, latiéndoles en las gargantas o en las sensibles y mojadas entrañas, más miedo les daba el qué tanto cambiaban y procuraban salir de allí, reaccionando. Tan sólo para encontrarse, afuera, con el que necesitaban aún de aquello. Lo que les deprimía... y volvían.
   Es juego, se entiende, ¿no? La depresión es un asunto serio. Pero, por otro lado, hace tiempo intente un cuento así, DOGMA, un día lo traeré de regreso. 

INCENTIVO DE MEDIA TARDE

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