Escandalizado
encuentra una pieza interior del hijo...
...Y pierde los tapones hablando con Padre en Línea: ¿será su muchacho maricón?, ¿es de chicos serios ponerse esa vaina? Pero una vez puesta, porque le retan, que se la ponga para ver, la cosa se siente extraña. La tirita entre sus nalgas, la presión sobre su polla, sostenida, acariciante, que gusta y estimula. Tanto que se cae fácilmente en ese relajado ánimo cachondoso de los hombres, cuando quienes miran, machos entre machos, le dicen que siga, que se toque, que se acaricie soñando con otras manos, que les enseñe el trasero, que separe esas nalgas, que se pase un dedo... Ya saben, cosas de tíos que se ponen juguetones. El caso es que el sujeto, al fin, comprende el encanto de esas tangas que su muchacho usa y muestra a sus amigos según el registro de la laptop. “Busca otra”, indica uno de los suyos y ya muere por complacerle.
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