lunes, 2 de septiembre de 2019

VENEZUELA, LO QUE NO DEJA DORMIR A TANTOS...

EL JUEGO DE TRONOS VENEZOLANO

   Una realidad que asusta a muchos.
   Que le quita al sueño no sólo a la subregión, y aún más allá donde llega una diáspora que se acerca a los cinco millones y que con la última escalada de la hiperinflación de esta semana, fenómeno que se anunció hace más de dieciocho años si se continuaba por el mismo camino y que ahora parece sorprender a unos y gritar bloqueo a otros, la marea de quienes se irán de esta tierra por la que nadie quiere ponerse de acuerdo para luchar por ella será aún mayor. Por mucho que se quejen en las caribeñas islas cabronas del chavismo, el Brasil, el Ecuador y uno que otro ex bastión del chavismo que tantos delitos callaron y taparearon por unas cuantas valijas en efectivo o sobornos en forma de petróleo.
 
   El problema es para Estados Unidos, ellos que dejaron todo correr para abaratar un país arruinado por quienes decían dirigirlo (creando, otra vez, al enemigo), y para los factores internos que se pelean los pedazos del país, dentro del agonizante régimen como en la acera opuesta. Oposición donde una parte quiere salir del autoritarismo y de la pesadilla como sea, aún dejando que se vayan con sus botines, y otros que dicen que no, que nada puede cambiar hasta que ellos tengan la seguridad de que llenarán el espacio, y que si eso no es así es mejor que no pase nada. A unos y otros les preocupa las noticias que han ido llegando, tan inquietantes que el régimen le ordenó al chavismo dentro de la oposición que revivieran el rumor de unos hijos de Henry Ramos Allup, supuestamente metidos en negocios con el régimen, otra vez, aunque no prueben nada. Que la discusión guiada desde Miraflores silencie el desastre de una posible negociación entre Diosdado Cabello y los gringos que destranque el juego y le permita a unos escapar con sus reales y a los otros liquidar un asunto que puede estallarles en las caras. Agravado por la certeza, para comenzar, de la revitalización de la narcoguerrilla colombiana en este aliviadero en el cual convirtieron a Venezuela estos traidores.
   Por eso me llama la atención un artículo escrito por Francisco Poleo, en ZETA, la otrora revista semanal de análisis y política, hoy un medio digital, pero sobreviviente a la feroz persecución del régimen autocrático en Caracas y a los no menos fuertes del llamado chavismo dentro de la oposición afuera. Veamos...
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Transición negociada en Venezuela es la pesadilla de quienes no tienen votos
El hecho de que solo mínimos detalles se hayan filtrado al público sobre el rumbo de las negociaciones en Barbados para dirimir el conflicto venezolano indica que hay esperanzas de que lleguen a buen puerto: unas elecciones presidenciales libres. En esta misma tribuna hemos señalado lo difícil de que esa intermediación liderada por Noruega tenga un final feliz debido a los múltiples intereses en juego. Pero difícil no es imposible y el centro moderado de ambos lados es el que se está imponiendo.
También en esta tribuna hemos señalado a Diosdado Cabello como la gran piedra de tranca de una transición democrática. Sus nexos con el Cartel de Los Soles, el grupo de generales venezolanos presuntamente involucrados en el narcotráfico, lo hacen una pieza fundamental para EE.UU., que ya ha dicho que levantará sanciones contra todo el mundo menos contra aquellos que hayan traficado drogas. Por eso, por ejemplo, piden a España la extradición del general Hugo Carvajal a pesar de que éste fue de los primeros en respaldar a Guaidó.
Sin embargo, no sería raro que EE.UU. negociara con Cabello. Es la naturaleza estadounidense hacerlo a cambio de un botín mayor, y qué mayor botín que la reactivación de Venezuela como motor económico cuando se avecina una recesión en año electoral. Eso sin contar con un hecho de carácter fundamental para Washington: la desactivación de la ruta de la droga más importante de América y del santuario para grupos terroristas ligados al fundamentalismo islámico.
Fuentes muy cercanas a Cabello nos indican que ya hubo un acercamiento con Washington en 2017, sin aclarar si hubo acuerdo o no. No se debe olvidar que Diosdado era el hombre de EE.UU. en el chavismo a comienzos de los 2000. Chávez lo sabía y por eso siempre mostró, públicamente, su desprecio por él. Nunca lo quiso en posiciones de poder político. Aconsejado por Fidel Castro, el fallecido ex presidente lo entretuvo colocándolo en el centro de los grandes contratos económicos y empujándolo hacia el negocio de la droga, puntada final para enemistarlo con los estadounidenses. Luego, a la hora de la verdad, el sucesor designado fue Maduro.
Lo cierto es que un pez gordo debe ser sacrificado antes las masas del Coliseo. EE.UU. puede haber decidido que ese “cabeza de turco” sea Tarek El Aissami, el poderoso jefe chavista a quien Maduro infló económicamente al llegar al poder para contrarrestar a Cabello. El descendiente de sirios  es el nuevo integrante de la lista de los más buscados por las agencias del gobierno estadounidense. Los presuntos nexos de este personaje con Hezbollah y el fundamentalismo islámico lo ponen en la mira de Washington, pero realmente de quien siempre ha sido un objetivo es de Israel. Para desgracia de El Aissami, la CIA negocia, pero el Mossad no. Tras la inclusión de El Aissami entre los más buscados por EE.UU., Cabello, por primera vez, apoyó públicamente las negociaciones con Guaidó y la Asamblea Nacional. ¿Coincidencias? En la política hay pocas.
Todos los pasos que se van dando tienen su sentido dentro de las negociaciones, incluyendo la reinserción de Venezuela en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Aunque algunos sectores del radicalismo opositor a Maduro señalen que este paso es para remover por la fuerza al dictador, lo cierto es que es para garantizar la asistencia humanitaria post-madurismo. No olvidemos que Venezuela es un territorio ocupado por paramilitares, guerrilleros, mafias y bandas criminales que abarcan más de un estado del país. Las menguadas Fuerzas Armadas venezolanas no pueden solas con ese caos, que actualmente no está desatado gracias a un precario acuerdo tácito entre el régimen de Maduro y esos grupos violentos, algo impensable en un eventual gobierno democrático. Que se abra esa Caja de Pandora, desatando un escenario a lo Libia o Siria, es a lo que temen los aliados de Guaidó, por lo que la reinserción en el TIAR era un paso fundamental.
Como van las cosas, no es descabellado pensar en unas elecciones presidenciales libres en Venezuela para el 2020, sin Maduro en la presidencia pero quizás sin Guaidó también, lo cual no quiere decir que no puedan ser candidatos. El régimen de facto ya acepta que haya unas elecciones con nuevas autoridades electorales, pero con el dictador en el poder y previo levantamiento de sanciones. Los únicos con interés en que no haya una solución electoral en Venezuela son quienes no tienen los votos, que son los extremos de ambos bandos. En una confluencia de intereses que ya es habitual, desde los flancos, uno rojo y otro azul turquesa, enfilan sin pudor los cañones contra Guaidó. En ese sentido, ahora van contra Leopoldo López, aprovechando cualquier cabo suelto de quien lleva ya veinte años en política y cuenta con una familia muy activa en distintos escenarios. Es un problema a atender por el bien del final feliz que aspiramos los demócratas: la transición a la democracia.
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   Suena demasiado bonito, ¿verdad? Hay no sólo política en esto (y los gringos no parecen muy duchos en eso), sino sentido común en lo urgente (salir de una gente que no deja que la situación mejores ni siquiera un poco), pero por otro lado hay quienes quieren horcas en las plazas, guillotinas desde cuyas bases puedan pontificar sobre sus logros que les hace merecedores de la corona. Y eso no va a pasar, no mientras sea electoralmente que a los venezolanos les dejen elegir a sus dirigentes. No hemos demostrado mucho sentido común en ello, ¿pero qué país en la subregión puede decir que si?... Pero sí dejamos claro a quién no queremos por las banderas que usó y el daño que hizo alargando esta agonía.

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