Laureano
Márquez lo hizo de nuevo...
Que
rabia, ya había hablado de esto por las redes, del problema dentro
de la oposición por la pelea entre los aspirantes al Trono de
Hierro, siendo tachado de ridículo por mariacorinistas y
ramosallupcistas, por no hablar de los julioborganos y quienes siguen
a reyes muertos como Claudio Fermín y ahora a Henri Falcón. Claro,
¡cómo no soy Laureano Márquez!
Dios,
cómo me reí leyendo esto. Definitivamente fuera de politólogo, de
una profunda mirada para analizar y diagnosticar el momento, el señor
Márquez es realmente un gran humorista. Puede hacer ameno,
interesante y jocoso aún temas dolorosos. Hace reír, al menos
sonreir, mientras leemos sobre la tragedia. Desde Los niuyores, donde
ahora parece que está, nos envía sus palabras:
...
Laureano
Márquez.
Los
juegos por el “Trono de Hierro” en Venezuela
¿En
qué se parece Juego de Tronos a Venezuela? La primera similitud es
que si te perdiste un capítulo, tanto en el país como en la saga,
no entiendes nada de lo que está sucediendo.
Por
ejemplo: si no sabes que la oposición —el grupo de partidos y
líderes políticos que se han opuesto al régimen de Nicolás
Maduro— fue burlada en los intentos de diálogo en Santo Domingo no
entenderás por qué la actual dirigencia opositora es tan renuente a
un diálogo sin garantías de cumplimiento de los acuerdos. Ese
diálogo fracasó a principios de 2018, cuando el mediador, el
expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, estuvo
parcializado por la postura de Maduro.
Si
te perdiste el capítulo en que el “rey loco” se robó las
elecciones, no podrás entender por qué, con una desaprobación de
más de 80 por ciento en contra el régimen, la gente no sale a votar
en unos comicios en los que ya perdió toda la confianza. Si
desconoces que Maduro tiene gente armada en las calles, tan violentos
y dispuestos torturarte y matarte como Drogo (palabra —qué
coincidencia— que en el lenguaje popular venezolano designa al que
está bajo el efecto de las drogas), nunca comprenderás por qué, a
pesar del gran descontento en contra del régimen, muchos tienen
temor de salir a manifestarse en las calles para expresar su
disgusto.
Sin
embargo, así como Juego de tronos tendrá su ansiado desenlace esta
noche, también la usurpación de poderes en Venezuela está llegando
a su término con la reciente aparición en escena de Jon Guaidó, un
legítimo aspirante al Trono de Hierro. Pero demos un repaso a la
historia.
El comienzo
Al
igual que en Juego de tronos, en Venezuela todo comenzó con la
confederación de los siete reinos, que fueron las provincias
iniciales de la Capitanía General de la Venezuela (de allí las
siete estrellas iniciales de la bandera). Estos siete reinos tuvieron
varias guerras, muy crueles y devastadoras todas. La primera contra
España por la independencia de los reinos. Alcanzada la autonomía
de la península, pelearon entre sí durante un siglo (el XIX) y
llegaron al siglo XX en manos de dictaduras militares, tiempo en que
los guerreros uniformados se adueñaron del poder.
Mucho
costó sentar a los demócratas en el Trono de Hierro, pero se
mantuvieron allí durante casi cuatro décadas, los mejores años de
los siete reinos. Al final, corrupción, injusticias y pobreza
acumulada en un territorio de riquezas dio al traste con la civilidad
y llevó al trono a Hugo I, de la casa Chávez de Barinas. El rey
Hugo I, con la promesa de salvar a los pueblos de la indolencia y
corrupción, terminó construyendo el régimen más despótico y
corrupto que jamás habían conocido los siete reinos.
Movido
únicamente por la ambición de poder, acabó con las instituciones,
la división de poderes, la libertad de prensa y la democracia.
Cuando enfermó gravemente nombró como su sucesor a Nicolás Maduro,
quien se autodesignó su “hijo” político. Pero, como Joffrey
Baratheon —el “bastardo usurpador” de la serie— terminó
siendo “cruel, caprichoso, imprudente, cobarde y con una marcada
vena sádica” (como se le ha descrito), lo que se pone de
manifiesto en la dura represión de la que están siendo víctimas
los venezolanos. Con él hemos visto escenas de crueldad al más puro
estilo de Juego de tronos.
La destrucción
En
la última temporada de la serie, Daenerys Targaryen destruye
Desembarco del Rey. Todo es reducido a cenizas con el fuego del
dragón y se arremete con violencia extrema en contra de la población
indefensa. La sensación que se vive en Venezuela es también de
aniquilamiento. Todo cuanto conformaba un país, tenido en otros
tiempos por el más rico de Sudamérica, está siendo destruido: la
industria petrolera (de la que depende el reino), la producción
industrial, la agricultura y la ganadería. Todas las fuentes de
riqueza del país han sido fulminadas como si un dragón de fuego
hubiese pasado sobre ellas. La expoliación minera ha devastado
extensas zonas selváticas protegidas con la participación de la
guerrilla colombiana, que ha incursionado en el sur del país. A ello
hay que añadir la presencia del narcotráfico, amparado y dirigido,
según algunos informes, desde las más altas esferas del poder.
Venezuela
tiene varias “reinas que no arden”, que incendian todos aquellos
organismos en los que incursionan hasta trastocar su sentido: Delcy
Rodríguez, la vicepresidenta, se ha metido en las llamas de diversos
cargos del Estado, dejando tras de sí, ruinas; Tibisay Lucena, la
presidenta del Consejo Electoral, ha convertido al que fue alguna vez
un organismo imparcial en una oficina a la orden de Maduro. Incluso
Cilia Flores, la llamada “primera combatiente” y esposa de
Maduro: su lucha siempre es oculta pero, se dice, su influencia se ve
en muchas decisiones públicas. Por eso Cilia es más parecida, por
lo ambiciosa, a Cersei Lannister, siempre dispuesta a intrigar para
encumbrar a su familia en todo tipo de corruptelas. Así pues, si
bien no es “madre de dragones”, es tía de dos narcotraficantes
juzgados en Nueva York por la justicia estadounidense (lo que también
es candela, como diría un cubano).
El desenlace
¿Cuál
será el desenlace de esta terrible trama venezolana? Por lo pronto,
cuando todos pensaban que la oposición estaba desmantelada, que no
había esperanza alguna de unidad, aparece en escena Jon Guaidó. De
ser un personaje desconocido, como quien vuelve a la vida luego de un
largo letargo, Guaidó se convierte en el líder de la oposición y
en el legítimo heredero del Trono de Hierro. Coinciden en él una
serie de circunstancias favorables: en primer lugar, desde el 10 de
enero de 2019 está vacante el trono como consecuencia del
desconocimiento nacional e internacional del fraude electoral
perpetrado por Maduro (“el bastardo usurpador”) en mayo de 2018.
La
constitución de los siete reinos establece que al producirse la
vacante de la presidencia sin tener mandatario electo, el presidente
de la Asamblea Nacional —en este caso Guaidó— se encarga
automáticamente del gobierno con un mandato interino que convoque
nuevas elecciones.
Sin
embargo, pese al reconocimiento casi unánime de las naciones
democráticas del mundo, Guaidó sigue sin poder tomar efectivamente
el poder. Este sigue en manos del usurpador. La amenaza de una
invasión del norte cobra fuerza, pero los chinos y rusos también
juegan.
La
gran pregunta sigue en el aire: ¿podrá Venezuela conseguir acabar
con la devastación y retomar el rumbo de la democracia y la
libertad?
Hoy
conoceremos el final de Juego de tronos: sabremos si se quedará en
el poder el delirio desbocado de la Madre de los Dragones o si llega
al trono una líder o un líder sensato. Y, quizás pronto,
conoceremos el final del chavismo, que en dos décadas ha destruido
Venezuela. No sabemos cómo será el desenlace. Pero sí sabemos que
el día después de la salida de rey usurpador, los venezolanos
debemos asegurarnos de que el reino tenga ideas, manos y la
creatividad que necesitamos para la reconstrucción.
Se
requerirá, sin duda, de guionistas de ingenio.
…
Curiosamente
también la frase final puede equipararse al programa de televisión,
la columna aparece entre el irritante capítulo cinco y el naufragio
del sexto, también Juego de Tronos necesitó de mejores escritores.
El el señor Márquez más generosos que yo cuando mira hacia las
casas opositoras en el país, todos peleando con veneno por una silla
que no han desocupado. ¿Se llegará a un concilio? ¿Tendrá que
esperar Venezuela otros veinte años más mientras se comprende que
lo importante no es quien monte el trasero en el Trono sino sacar el
del sujeto que ahora está? Y digo veinte años más, para cuarenta,
siendo optimista, los cubanos llevan casi el doble de eso.
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