10 DE OCTUBRE
Dean
en un campus universitario, ¿lo imaginan?
No saldría de un relajo de camas. La escena en la fiesta donde está la chica que le mira, catira, joven, sexy, con un taco de billar en una mano y una cerveza en la otra, creo, toda dispuesta, y él teniendo que ocuparse de otra cosa indica todo lo que pudo pasar. Si fuera un relato de ficción, de esos que hay miles y miles en la red casi desde el inicio del show, leeríamos que andaba saltando de cama en cama, de damitas y sujetos, de compañeros de dormitorio y hasta profesores que enloquecerían con su encanto. Porque Dean da ese tipo. Claro, habría terminado en la cama con un Sam de un universo paralelo donde no son hermanos o en un descarado Wincests, “corriente literaria” que también viene desde el principio aunque no lo supiera en ese entonces. Con esa cara, facha y actitud, ¿cómo habrían podido detenerle?
En el séptimo episodio de la primera temporada volvemos a encontrarnos con un fantasma. No uno furioso porque está muerto, este ya lo estaba de antes, era un perro rabioso. En un campus universitario la chica buena, hija del pastor local, es un premio para los chicos; una amiga le insiste en que se divierta. Este chico quiere meterle mano y comenzamos a ver la figura que aparece y desaparece con un gancho en la mano. Y hay que hacer un aparte, ¿es necesario que cada vez que se cuenta esto, y el muchacho quiera meter la mano en el tirante del sostén, la chica se enfade como si hubiera pensado que iban realmente a ver las estrellas? ¿Es demasiado pedir ver una reacción nueva? Algo así pasa ya en las películas, un villano poderoso va acabando con todos, aparece un personaje protagónico y en lugar de terminarlo de una vez le arroja a un lado y sigue. ¡Eso ya está demasiado visto! En fin…
Ese
ser que aparece y desaparece obliga al chico a salir del auto y le
ataca. Faltó ver la muerte del muchacho, una falla grande en un
programa de horror, pero quisieron añadirlo en suspenso cuando ella
escucha los roces sobre el vehículo y sale para encontrarle muerto,
colgando y con la mano provocando el sonido. Eso, y la chica
asesinada a su lado en el cuarto oscuro, con un mensaje escrito en
sangre, “¿No te alegra no haber encendido la luz?”, son, junto
al asesino de garfio y que ocurra en un ambiente de gente joven, los
clichés básicos de las leyendas urbanas, como vimos en la película
del mismo nombre, la primera, Leyendas Urbanas (que no fue mala), y
más tarde en Sé Qué Hicieron el Verano Pasado, la primera, donde
estaban dos queridos y olvidados actores, Freddie Prinze Jr y la
maravillosa Sarah Michelle Gellar. Ah, ese par... para mí que
alguien los maldijo, algún envidioso. Los Winchester debieron
investigarlo.
El caso es que aquí no se trata de un asesino normal, es un fantasma, y se sabe, dicen los chicos, al sentir el olor a ozono en el cuarto. Aquí entran en juego los nuevos elementos de la mitología del programa; fuera del olor, las balas de sal que no matan pero ahuyentan fantasmas, el saber que no basta con desenterrar los cuerpos y quemarles, hay que destruir todo lo que hayan dejado por ahí (me pregunto si en los países donde se tiene la costumbre de conservar los primeros dientes de bebé, no se estará gestando un ejército de espíritus). Por el tipo de muertos saben que se castiga la vida poco proba y creen que el pastor es quien usa o está poseído por el fantasma. El cual era un clérigo un siglo atrás que asesinó a no recuerdo cuántas mujeres por llevar vidas disolutas, usando un gancho que tenía por mano. Detalle que de por sí debió hacer sospechar a su congregación. Cuando notan que el hombre no es el responsable, ya que él mismo es un hipócrita, entienden que es la joven y es por el gancho de plata que deben buscar y destruir, sabiendo que fue fundido y convertido en otra cosa. Ahora bien, buscan esa cosa para quemarla, disolverla, ¿ya no debería haber desaparecido el fantasma en la primera fundición? ¿Acaso las llamas deben llevar necesariamente sal para que funcione? Sabemos que no, ya que cuando escuchan que alguien fue incinerado allí termina el asunto, ¿entonces?
Este cuarto fantasma, vengativo y furioso, deslinda aún así de la Dama de Blanco que castiga a cualquiera que considera infiel en una carretera, del chico ahogado que busca una venganza personal y la del espejo que castiga las malas acciones de quienes la convocan. Este castiga también, pero ya era un demente antes de morir, así que sus intenciones nunca fueron de fiar.
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