SUEÑOS DE FUGAS
Cuando
un programa te convence desde su entrada...
Quienes
amamos la televisión, el cine y los videos, sabemos que hay
programas y tramas que atrapan. Pasa ahora como ocurría antes, por
mucho que les cueste creerlo a las nuevas generaciones. Para muestra
está esa comiquita japonesa que reinó en Venezuela hace algunos
años y que vi por primera vez en VTV, la televisora del estado
cuando no era la inmunda cloaca que es hoy en día. Eran tardes
cuando la televisión estaba dominada por los colosos tipo Ultraman,
los Robots Gigantes, La Señorita Cometa, los Agentes Fantasmas, y
esa colosa de la sintonía, Candy, Candy... la cual en verdad no veía
porque me parecía melosa. Recuerdo que tenía unos seis años, o tal
vez menos, cuando vi por primera vez al Capitán Centella, con su
máscara, la moto, las estrellas y las media lunas, con el látigo de
la justicia... Aunque ya venía de un susto aterrador por otra
comiquita de este tipo, transmitida en ese entonces por Radio Caracas
Televisión, más tarde RCTV, a las seis de la tarde (ni más ni
menos), Tritón de los Mares y el horrible episodio del barco
fantasmas. Que susto me dio.
Pero
vamos con el Capitán...
Ya,
para el primer episodio, estaba convencido de mirarlo cada tarde. Y
cómo no con esa intro, una comiquita donde asesinaban personas, una
comiquita con un enmascarado luchador por la justicia, como lo era el
mismo Zorro, pero con el añadido de un villano increíble. Debo
confesar que fuera de dejarme con la boca abierta en ese mundo tan
inocentón de mis pocos años, también me maravilló: La Garra de
Satán. Con esa voz profunda, poderosa, con esa risa terrible auto
presentándose ante su enemigo enmascarado la primera vez, después
de asesinar al aliado que le falló: Soy Garra de Satán, la
encarnación de todo mal. Eso me dejó con la boca abierta. También
ocurrió que mamá pasaba por ahí y armó un escándalo queriendo
saber qué estábamos mirando. Ya venía molesta por mis miedos con
Tritón. Me tocaba verlo todo a escondidas. Pero si, así como me
atraía la idea del justiciero maravilloso, estaba la fascinación
con el villano que castigaba ferozmente a quienes se le oponían o a
quienes le traicionaban o fallaban, contrario a esos programas cuando
el lote de villanos no cambia nunca. Manera de ser que la Garra
compartía con el Doctor Zero, en Fantasmagórico, o el terrible
Poseidón, enemigo jurado del ya citado Tritón.
Nada
más que con Garra de Satán, como digo, ya estaba ganado para el
programa, si no dependiera de esa ominosa intro o del mismo Capitán
Centella (el señor Iwai era el ideal de novio de una hermana mía
que también vería el programa, tiempo después). Creo que siempre
he sentido algo de fanatismo por los villanos, como la Diana de V,
Invasión Extraterrestre (la amaba, ¡qué mujer!), excepto en casos
puntuales como Xena o la Mujer Maravilla de Lynda Carter, donde eran
las heroínas indiscutibles de la pantalla. Pero el caso de Garra de
Satán era especial (estaba la palabra Satán, joder). Como repito,
era un tiempo más simple, mamá nos hacía ir a misa, no tenía yo
ya ningún problema con la idea de Dios (fuera de tener que ir a
misa); uno vive su vida y le va según la hace, y según se hacen las
cosas como colectivo, al mundo le va como le va, papá nos los
explicaba; por lo que no veía en el mundo un castigo o una maldición
sino una manera de actuar, como colectivo, bastante idiota (ya para
entonces me gustaba leer libros de historia coleccionables, de México
llegaban la biblioteca juvenil de esto y aquello, y cosas así, y lo
de las Guerras Mundiales me había dejado desagradablemente
sorprendido). Y, en aquel entonces, también tenía una tía que nos
hablaba del fin de los tiempos, era Testigo de Jehová (estaban
seguro de que el final llegaría antes de que muriera el último
sobreviviente de la generación de la Primera Guerra Mundial, algo
que hoy se recuerda muy poco). Hablaba ella de las señales, de las
bestias, y allí estaba ese villano, incluso con el episodio cuando
crea a las super bestias, él mismo los acaba y la gente le aclama
como un salvador. Estaba, repito, fascinado. Por no hablar de los
otros super villanos que luego llegarían, aquel que manipuló al Rey
Kong y Colmillo del Dragón.
Claro,
hoy puede parecer un enlatado aburrido a ojos nuevos e impíos, pero
a mí vida llegó cuando contaba pocos años y pude maravillarme de
la comiquita donde unos puñales iban cayendo e impactaban en
alguien, mostrando su cara de dolor y sorpresa. Las tramas eran
intensas, algo complicadas, tristes y dolorosas algunas, como la
venganza de Los Andes, la mujer que mata a los responsables de la
muerte de su padre, o los comandantes, hombre y mujer, de la patrulla
escarlata, que sufrieron tanto y donde uno de ellos queda maltrecho
por una invasión a su patria cuando eran niños. Eran historias bien
hiladas. Y hablo de un programa que cuenta con sus años, la idea se
manejaba a finales de los cincuenta del siglo pasado. Pero, para mí,
es verlo y sonreír, entre el encanto de la nostalgia y el interés,
porque sigue siendo interesante. Cambia la trama del tesoro por un
programa robado de armas o de ingeniería viral, mete telefonía
celular y moderniza las batallas y tienes una trama que nuevamente
funciona.
Por
cierto, también recuerdo otra vez que me regañaron por esto, esta
vez en el patio de la escuela, cuando jugábamos y hablábamos de
televisión y riéndome (tengo una voz un tanto teatral), decía que
yo era la Garra de Satán. Todos sabían de qué hablaba. No una
maestra que me escuchó. Hasta a mi mamá llamaron por eso. Así era
ese mundo... como ahora, cuando los padres tampoco saben muy bien en
qué andan sus hijos y que les gusta ver. Hace unos tres años hice
una referencia a ello en la oficina, con una pistola de juguete que
una compañera le quitó a un hijo, apuntando a otro colega, riéndome
y diciéndole que me había fallado por última vez, porque olvidó
llevar unas copias de cédula, y no lo entendieron. Son más jóvenes.
Algunos si saben de Mazinger.
Si,
amé este programa; es uno de los que guardo un recuerdo grato. Y
todavía me gusta.
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