sábado, 23 de noviembre de 2019

CAPITAN CENTELLA

SUEÑOS DE FUGAS

   Cuando un programa te convence desde su entrada...
 
   Quienes amamos la televisión, el cine y los videos, sabemos que hay programas y tramas que atrapan. Pasa ahora como ocurría antes, por mucho que les cueste creerlo a las nuevas generaciones. Para muestra está esa comiquita japonesa que reinó en Venezuela hace algunos años y que vi por primera vez en VTV, la televisora del estado cuando no era la inmunda cloaca que es hoy en día. Eran tardes cuando la televisión estaba dominada por los colosos tipo Ultraman, los Robots Gigantes, La Señorita Cometa, los Agentes Fantasmas, y esa colosa de la sintonía, Candy, Candy... la cual en verdad no veía porque me parecía melosa. Recuerdo que tenía unos seis años, o tal vez menos, cuando vi por primera vez al Capitán Centella, con su máscara, la moto, las estrellas y las media lunas, con el látigo de la justicia... Aunque ya venía de un susto aterrador por otra comiquita de este tipo, transmitida en ese entonces por Radio Caracas Televisión, más tarde RCTV, a las seis de la tarde (ni más ni menos), Tritón de los Mares y el horrible episodio del barco fantasmas. Que susto me dio.
 
   Pero vamos con el Capitán...
   Ya, para el primer episodio, estaba convencido de mirarlo cada tarde. Y cómo no con esa intro, una comiquita donde asesinaban personas, una comiquita con un enmascarado luchador por la justicia, como lo era el mismo Zorro, pero con el añadido de un villano increíble. Debo confesar que fuera de dejarme con la boca abierta en ese mundo tan inocentón de mis pocos años, también me maravilló: La Garra de Satán. Con esa voz profunda, poderosa, con esa risa terrible auto presentándose ante su enemigo enmascarado la primera vez, después de asesinar al aliado que le falló: Soy Garra de Satán, la encarnación de todo mal. Eso me dejó con la boca abierta. También ocurrió que mamá pasaba por ahí y armó un escándalo queriendo saber qué estábamos mirando. Ya venía molesta por mis miedos con Tritón. Me tocaba verlo todo a escondidas. Pero si, así como me atraía la idea del justiciero maravilloso, estaba la fascinación con el villano que castigaba ferozmente a quienes se le oponían o a quienes le traicionaban o fallaban, contrario a esos programas cuando el lote de villanos no cambia nunca. Manera de ser que la Garra compartía con el Doctor Zero, en Fantasmagórico, o el terrible Poseidón, enemigo jurado del ya citado Tritón.
 
   Nada más que con Garra de Satán, como digo, ya estaba ganado para el programa, si no dependiera de esa ominosa intro o del mismo Capitán Centella (el señor Iwai era el ideal de novio de una hermana mía que también vería el programa, tiempo después). Creo que siempre he sentido algo de fanatismo por los villanos, como la Diana de V, Invasión Extraterrestre (la amaba, ¡qué mujer!), excepto en casos puntuales como Xena o la Mujer Maravilla de Lynda Carter, donde eran las heroínas indiscutibles de la pantalla. Pero el caso de Garra de Satán era especial (estaba la palabra Satán, joder). Como repito, era un tiempo más simple, mamá nos hacía ir a misa, no tenía yo ya ningún problema con la idea de Dios (fuera de tener que ir a misa); uno vive su vida y le va según la hace, y según se hacen las cosas como colectivo, al mundo le va como le va, papá nos los explicaba; por lo que no veía en el mundo un castigo o una maldición sino una manera de actuar, como colectivo, bastante idiota (ya para entonces me gustaba leer libros de historia coleccionables, de México llegaban la biblioteca juvenil de esto y aquello, y cosas así, y lo de las Guerras Mundiales me había dejado desagradablemente sorprendido). Y, en aquel entonces, también tenía una tía que nos hablaba del fin de los tiempos, era Testigo de Jehová (estaban seguro de que el final llegaría antes de que muriera el último sobreviviente de la generación de la Primera Guerra Mundial, algo que hoy se recuerda muy poco). Hablaba ella de las señales, de las bestias, y allí estaba ese villano, incluso con el episodio cuando crea a las super bestias, él mismo los acaba y la gente le aclama como un salvador. Estaba, repito, fascinado. Por no hablar de los otros super villanos que luego llegarían, aquel que manipuló al Rey Kong y Colmillo del Dragón.
 
   Claro, hoy puede parecer un enlatado aburrido a ojos nuevos e impíos, pero a mí vida llegó cuando contaba pocos años y pude maravillarme de la comiquita donde unos puñales iban cayendo e impactaban en alguien, mostrando su cara de dolor y sorpresa. Las tramas eran intensas, algo complicadas, tristes y dolorosas algunas, como la venganza de Los Andes, la mujer que mata a los responsables de la muerte de su padre, o los comandantes, hombre y mujer, de la patrulla escarlata, que sufrieron tanto y donde uno de ellos queda maltrecho por una invasión a su patria cuando eran niños. Eran historias bien hiladas. Y hablo de un programa que cuenta con sus años, la idea se manejaba a finales de los cincuenta del siglo pasado. Pero, para mí, es verlo y sonreír, entre el encanto de la nostalgia y el interés, porque sigue siendo interesante. Cambia la trama del tesoro por un programa robado de armas o de ingeniería viral, mete telefonía celular y moderniza las batallas y tienes una trama que nuevamente funciona.
 
   Por cierto, también recuerdo otra vez que me regañaron por esto, esta vez en el patio de la escuela, cuando jugábamos y hablábamos de televisión y riéndome (tengo una voz un tanto teatral), decía que yo era la Garra de Satán. Todos sabían de qué hablaba. No una maestra que me escuchó. Hasta a mi mamá llamaron por eso. Así era ese mundo... como ahora, cuando los padres tampoco saben muy bien en qué andan sus hijos y que les gusta ver. Hace unos tres años hice una referencia a ello en la oficina, con una pistola de juguete que una compañera le quitó a un hijo, apuntando a otro colega, riéndome y diciéndole que me había fallado por última vez, porque olvidó llevar unas copias de cédula, y no lo entendieron. Son más jóvenes. Algunos si saben de Mazinger.
 
   Si, amé este programa; es uno de los que guardo un recuerdo grato. Y todavía me gusta.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario