LA BONITA LIBERTAD
No
se habla de eso, pero se acepta que eran días para probar y
experimentar... Dos chicos atletas, buenos estudiantes, amigos,
amantes de salir con nenas, pero... Uno de ellos conoce a un tipo en
el gym; un tío de cara malosilla, de ociosillo... que usa hilos
dentales. Eso le hizo reír. “¿Un hombre usa eso?”. “No sólo
eso, los exhibe. Le gusta que lo vean. Y no lo vi en esas, pero lo
escuché mamando a otro carajo en un depósito”, agregó el otro.
Dejándoles calientes en ese cuarto. “¿Lo traigo para ver?”.
“¿Para ver qué?”. “¿Y si probamos a que nos las chupe?”.
Lo pone en palabras, un poco duros ambos. Y si, el tipo es viciosito,
sale con hembras y machos, le encanta dar tranca y que le llenen el
culo de semen. Dios, qué calentura, eso no se ve en Iowa, piensa;
aunque tíos usando pantaleticas así no le molestaría verlos en los
vestuarios o las piscinas.
Todo
escapa de control. La idea era dejarse mamar pero se besa con su
mejor amigo, y que rica era su lengua. Y dejarse tocar así, de esa
manera tan íntima por rudas manos masculinas. Y esas mamadas,
recibirlas... y darlas. Grita incapaz de entender qué pasa cuando
tiene las rodillas en sus hombros, el agujero desflorado, abierto y
bien dilatado de güevo. Cruza miradas con el amigo y sabe que este
espera su turno, de estar entre esas piernas y follarle, y grita,
soltando jugos por el ojete de su tranca, apretando bastante ese
agujero... impaciente por más. Y tomará todo lo que pueda o quiera
antes de que pasen esos dos años y deba volver a casa y a su novia,
la estable y linda Sonia.
-No
pienses en ella. -el amigo parece adivinarle, sonriéndole, bajando
una mano y acariciándole con ternura el sudado cabello.- Vive el
presente, este momento; goza sabiendo que ahora serás mi nena.
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