A DONDE FUERES...
A
veces, por alguna razón, no se piensa...
Dándole
y dándole con ganas por ese ávido agujero que disfrutaba de cada
grueso, duro y palpitante bocado, el hombre entiende que con un
trasero como ese, el chico sólo podía hacer eso, repartir culo. Más
teniéndolo enmarcado en uno de sus suspensorios. No quiere ni
imaginar los bochinches que arma en los vestuarios y las duchas
después de cada partido. Pero, claro, tal vez eso no disculpaba el
que se estuviera follándose a su joven vecino, luego de ofrecerse a
llevarle de casa aquellos libros que dejó olvidados. Obviamente se
había mudado al campus no a estudiar sino a divertirse... y con un
culo como ese... Pero estaba mal, si, muy mal que le hiciera eso al
hijo de la mejor amiga de su mujer, se dice gimiendo entre dientes, cerrando los
ojos y echando la cabeza hacia atrás mientras se la entierra toda,
sintiéndose atrapado en la gloria.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario