BAJO MANO EXPERTA
Todo
dulce chico lo merece. Como este bebé que duerme como un bendito, a
pierna suelta y una sonrisa en sus labios carnosos, soñando con
chicos guapos de buenas chupetas a las cuales pegar su boca
hambrienta. Casi exhala emoción, tal vez es eso lo que su nuevo
papi, el novio de su mamá, nota cuando le mira desde la puerta de su
cuarto, siempre abierta. Un chico que atrae miradas y buenos deseos.
Posiblemente eso es lo que le anima a tocar y sobar, sonriendo al
notarle el leve estremecimiento en respuesta. La de cada mañana como
ya sabe, cuando va y le despierta metiéndosele en la vida y por
todos los ávidos agujeros de lujurioso adolescente. Deseando algo
para ellos, bien enterrado, a cada rato. El hombre, tomándole sobre
la estrecha cama, oyéndole gemir, viéndole estremecer en dulce
agonía, reconoce que es una maravilla cada despertada que se le daba
a un bebé tan entusiasta.
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