BAJO MANO EXPERTA
Si,
todos esos cuentos sobre los peligros de pasar una noche del viernes
en una celda, detenido por borracho, eran ciertos. Antes de irse para
su casa y comenzar el descanso de fin de semana junto a su mujer e
hijos, el rudo y viril sargento se paseaba por los calabozos, atraído
por el olor de los machos reales. Ha visto tantas cosas, corrido
tantos peligros, ha tenido que derribar a muchos, pelear a brazo
partido con varios en un callejón, a un tiempo, que terminó
encontrándoles el atractivo. Cosas que pasan. Allí, teniéndolos a
su alcance, encerrados, molestos y medio ebrios, era su momento. Él
entraba, tocaba, ofrecía dar mamadas y ordenaba le encularan,
sorprendiéndolos. Pero como la noche era tan larga y aburrida, la
salida se había jodido, la follada con alguna puta se había
frustrado, y allí estaba ese gordito con cara de saber chuparlas y
sacarles brillo montándolas, ¿por qué no probar, verdad? Y les
cumplía, pero la fuerza de la nueva pasion, todo lo que ese macho
amante de las trancas les hacía, los empujaba a nuevos límites que
se atrevían a rozar, acariciar y cruzar. Y, una vez que salían, el
recuerdo iba con ellos... Y volvían. Tal vez no con él, pero había
tantos otros tíos con buenas macana entre sus piernas!!! Y todos
deseando usarlas.
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