Hay
juegos que...
“Esperen,
esperen, chicos, no, esperen...”, se agita rojo de cara,
estremeciéndose bajo las manos de sus rientes amigos que habían
comenzado dizque a darle un masaje como juego, metiéndole pronto las
manos dentro del calzoncillo, tocando, recorriendo, palpando y
apretando, clavando dedos en sus glúteos duros y turgentes de
atleta, para terminar recorriendo su raja, todos luchando por
tocarla, por toquetear su entrada. Estos ríen como si aún jugaran,
pero ya no era así, duros bajos sus boxers meten dedos, rápido,
rozando. Todo va perdiendo su connotación inicial, sienten, notan de
alguna manera que el bonito amigo se agita de manera especial, que
sus gemidos parecen diferentes, que su agujero titila y atrapa
dedos... sometiéndose a la horda. Le oyen chillar cuando los dedos
se hunden hasta los nudillos, agitándose adentro, especialmente
cuando uno de ellos descubre su punto M, de marica, y le da y le da
enloqueciéndole. “Bueno, coño, quién será el primero?”,
pregunta al fin uno de ellos y nuestro héroe jadea, asustado porque
su vida va a cambiar, aún dentro de la dinámica del grupo de amigos
que practicaban béisbol los fines de semana... pero, coño, cómo lo
deseaba. Uno de ellos ríe como adivinándole. “Ya no eres el
jardinero central, ahora serás la madrina del equipo… mami”.
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