BAJO MANO EXPERTA
Honestamente
todo había comenzado como un juego, otra noche de bromas en la
fraternidad con aquella iniciación. Gritó y gritó ante la prueba,
pero el resto, chillándole, le explicó que recibiendo en su culo la
puntica, sólo la puntica de todos los presentes se hermanarían. Y
así estaría de ebrio el chico que aceptó, aunque como ex marine
sabía la importancia de esos rituales. Pero, claro, como suele
pasar, a la puntica siguió el resto, y ya no valieron gritos, estaba
adentro, abriéndole y llenándole caliente. Y cada uno se metió
hasta los pelos aunque costara en tan virgen trayecto. Y se sabe que
es imposible frotar palo tras palo sin que suba la temperatura y
estalle la candela. Ahora le dan y le dan, independientemente de lo
que diga, quiera o discuta, no teniéndola él mismo tan tiesa.
Claro, como nuevo, no sabía de los problema operativos de la
fraternidad, que vivían cachondos a diario y necesitaban de una
perra en casa para aliviarlos. Esperaban encontrar resistencia en el
guapillo novicio, pero como estudiantes con más años sabían que
bastaría un fin de semana, dándole con todo, para estrenarle todos
los agujeros y demostrarle cuál es su lugar... y lo mucho que le
encantaría ocuparlo. Había sido el problema con el otro, después
de tanto gritar que no era gay terminó loco de hambre y sólo quería
chupar y montar trancas, a todas horas, tanto que reprobó todos sus
exámenes y fue expulsado del campus. Se veía triste cuando se iba,
esos dos días se los hicieron memorables. ¿Ocurrirá igual con
este? No lo dudan ni por un segundo viéndole como le babeaba sin
tocárselo mientras gemía.
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