sábado, 16 de marzo de 2019

DISGUSTO PROPIO

JUERGA

Cuando la vida se complica...

Odia ponérsela tan fácil, escuchar su risita cuando se desviste. Odia tener que usar eso en el trabajo, siempre temeroso de que los otros lo sepan. Pero el jefe se lo exige, le reclama cuando no lleva una caliente tanga. Le gusta ver lo suyo, tenerlo siempre a la mano. ¡Maldita convención de trabajo!, dos copas de más y hablar de su gusto por esa ropita se ha convertido en abuso. Las usa porque le gustan, no por gay, pero el otro le dio la connotación que quiso y le exige vainas para no gritarlo delante de todos. Y eso era servirle para descargar sus bolas cuando le apeteciera. Odia que llegue y toque, que lo sobe y lo recorra con los dedos esperando que lo deje. Odia cuando logra meter un dedo, preguntándole ronco sí ese coño no le extrañó anoche, que lo sentía vacío y triste, muy diferente a cuando se lo llenaba de carne y luego de leche caliente. Odia que... le tiemble tanto ahora, en verdad, extrañándole. ¿Cómo pasó eso, de gustarle las tangas masculinas a ser, aparentemente, una hembra deseosa de sexo sucio, rudo y secreto? 

TORTURA

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