...LE GOTEA
Tan
sólo un chico ocupándose de lo suyo...
...
Tinito
se siente abrumado por las palabras sugerentes, también por su
mirada y presencia algo ruda, directa, confiada e insolente.
Acariciándose un tanto el cuello para disimular, enrojece. El tipo
sonríe más, notándolo.
-Si,
es la llave del lavamanos. No deja de gotear y hace un ruido
infernal. -gira sus manos, apartándose y dejándole entrar,
estremeciéndose, aunque cree que lo disimula, cuando percibe el
fuerte olor del hombre. No a sucio, ni nada desagradable. Tan sólo
fuerte.- No me deja concentrar en nada. Ni reposar.
-Qué
mal. -comenta medio burlón, como si escuchara una de las quejas
constantes de su mujer, a las que en verdad no le para bolas. Recorre
el bonito lugar con la vista, lo había llenado de cosas buenas.- Si
quieres seguir viéndote tan lindo debes descansar. -suelta como si
tal, burlándose, disfrutando de verle parpadear y contener una
sonrisa halagada.
-Qué
cosas dice. Es por aquí. -señala con una mano y luego rueda los
ojos.- Pero supongo que conoce este estudio mejor que yo, ¿no?
-Ni
tanto. Lleva tiempo desocupado. -le corrige, indicándole con una
mano el que vaya adelante.
-Ah.
-no se le ocurre decir más mientras cruza la estancia rumbo al
cuarto de baño, consciente de... se vuelve. El carajo le tenía la
vista clavada en el culo. Eso le ahoga un poquito. Sonríe pero
nervioso.
Bonito
culo, pensaba Greg, casi burlándose de sí mismo. No se sorprende
mucho cuando entra en el perfumado cuarto de baño, muy bien
iluminado, con alfombras y felpudos sobre la tapa del inodoro, y de
cortina de baño de flamencos emprendiendo el vuelo. Y la mirada se
queda atrapada allí, aunque la lleve gotea frente a él. El joven lo
nota y enrojece otra vez, mucha gente no entendía su gusto estético.
-Me
gustan las aves. Y mientras cambio la cortina por una puerta de
cristal... -se siente obligado a explicar.
-No,
no es eso lo que llamó mi atención. -le interrumpe con una sonrisa
socarrona, muy cerca uno del otro a ambos lados del lavamanos.- Es
esto... -se aparta y toma algo que cuelga, como secándose, del tubo
que sostiene la cortina.
-¡Ay,
qué pena! -jadea Tinito rojo tomate, llevándose unos dedos a los
labios.
-Hey,
tranquilo... -replica Greg, con voz más baja, mirada brillante de
malicia, extendiendo entre los dedos de sus dos manos una pequeña
tanga color rosa, tipo hilo dental, quedando la parte trasera más
cerca de su rostro, tirita que mira con fascinación.- Mi mujer
también cuelga del baño sus pantaletas... aunque no son tan bonitas
ni sensuales como esta.
-¡No
es una pantaleta! -gime más rojo, medio riendo, como que si
solamente esa parte de todo el asunto hubiera llamado su atención.
El otro ríe, mirándola, luego a él.
-¿En
serio? ¿Vas a un gimnasio llevando una de estas y alegando que es un
calzoncillo? -le reta, no entendiendo él mismo su interés en el
tema, o por qué sigue tocando la telita húmeda pero extrañamente
tibia.
-Bueno…
no... -enrojece todavía más, rodando los ojos como si escuchara una
tontería.- Sabe cómo es la gente.
Claro,
chico, claro, piensa el hombre, luchando contra las ganas de... Bien,
¿por qué no? Jugaba, ¿no es así?, con el chico. Atrapa la telita
en una mano y la lleva a su rostro, olfateándola ruidosamente.
-Huele
a flores. Buen jabón. -le explica como si tal cosa, dejándole con
la boca muy abierta, volviéndose a tender la prenda otra vez,
preguntándose si no se le habría pasado la mano.- Bien, déjame
encargarme de esto. -intenta escapar de ese clima de... ¿tensión
sexual? ¿Pero qué coño...?
Como
si a nadie en el mundo se le hubiera ocurrido antes, abre y cierra la
llave, apretándola. No funciona. Se agacha y mira bajo el lavamanos,
cerrando la llave de paso. El goteo para.
-Veamos...
-gruñe, inclinando, abriendo su maletín, notando que la tanga cae
del tubo un poco más allá.- Lo siento.
-No
hay problema. -el chico sonríe y pasa a su lado, tocándole un
hombro como de pasada. Seguramente así fue, se dice el carajo,
pero...
Le
ve detenerse frente a la cortina e inclinarse a tomar la tanga. Ese
culote se alza bajo la tela, tragando un poco y... mierda, seguro que
no llevaba...
Todavía
inclinado como está al lado de su maleta de trabajo alarga una mano,
sin querer pensarlo mucho, y atrapa el borde de la pantaloneta,
halándola, descubriendo aquellas nalgas redondas sin llegar a las
bolas; eran glúteos lisos y lampiños, donde una raja rojiza y un
culito cerrado parecían...
El
chico, parpadeando sorprendido, le mira sobre un hombro... sin
ninguna otra reacción, como gritar, apartarle, enderezarse o...
No
piensa, caliente, se endereza, se mete un dedo en la boca y lo apoya
del culito que tiembla bajo su tacto, y lo empuja, metiéndoselo
lentamente, pero con firmeza, jadeando con la boca abierta mientras
lo hace.
-Ahhh...
-el chico gime, con los cachetes rojo candela, la frente algo
fruncida.- ¿Pero qué haces? ¡Ohhh! -se le escapa cuando ese dedo
sale, doblándose hacia abajo, y vuelve a penetrarle.
-¿No
te gusta? -le pregunta ronco, de pie a su lado, mirándole la carita
torturada sexualmente.
-Pero,
señor Greg... ¡Hummm! -ese dedo va y viene mientras otra manota,
callosa, ruda, le palmea suavemente de una a otra nalga.
Más
parecen caricias, pero la intención, las palmadas en sí, el sonido,
le ponen el güevo a punto de melcocha al hombre, mientras al chico
el culito le pulsa salvajemente sobre su dedo.
-Si,
te gusta. -Greg sonríe.- Joder, y por lo que siento aquí... -retira
el dedo girándolo, regresándolo acompañado de otro, índice y
medio, verticalizados, uno al lado del otro, y fascinado nota cómo
luchan por entrar, como le empujan los rasurados labios anales, y
como estos, falange a falange, desaparecen en ese horno que el chico
tiene por culo.- ...Me parece que no eres una dulce virgen, bebé.
-se pone ocioso, juguetón.- Creo que eres un niño travieso que ha
usado mucho el truco de dejar ver sus pantaletas. -dice, quemándose
él mismo de ganas, con la garganta seca, la tranca latiéndole bajo
la braga mientras saca y mete los dedos de ese culo.
-Hummm,
no, no estaba intentando... -el chico se defiende, abriendo mucho la
boca cuando esos dedos se empujan en su interior, golpeándole la
pepa... alzando uno de sus pies, desnudos, sobre el murito de la
ducha, abriéndose más.
-Joder,
¡qué puto eres! -el hombre ríe al ver eso, comenzando un saca y
mete impresionante en ese culito, clavándole los dedos hasta el puño
y empujando más, viéndole estremecerse y enrojecer, oyéndole
chillar de placer, arqueando la espalda.- Puto, puto... -le dice
retirándolos, refregándole con las puntas mientras lo hace,
maravillado viendo los labios de ese culo adherido a sus falanges. Y
le nalguea más fuerte, el chico chilla, la tersa y joven piel
enrojece, los dedos se marcan, y eso le hace perder la razón.
¡Tiene
que cogerlo!
CONTINÚA … 3
Este relato empezó fuerte y con todo... Excelente...
ResponderBorrarSi, quiero unos cuentos cortos y no tan elaborados.
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