Y
lo tenía, desde donde estaba...
Cansado
de las colillas de cigarros en los vestuarios a pesar de que les
tenía prohibido a sus muchachos fumar, el entrenador colocó aquella
cámara. No para verlos en cueros, la verdad sea dicha, no le atraían
esas vainas, aunque se divirtiera viéndoles bromear, nalguearse y
cosas así, incluso se preocupaba cuando discutían. No le extrañó
ver todo eso, se esperaba que ocurriera, era así desde sus días de
estrella deportiva... Lo que nunca esperó fue ver a su nuevo
prospecto, el capitán del equipo aunque llevara menos de un año en
el colegio (¡el muchacho realmente era bueno!), dedicado tan
entusiastamente a eso. No pudo creerlo cuando, disgustado y
molestamente fascinado, le vio en suspensorio sacar aquello de su
morral escolar, sobarlo con amor, casi ronroneando de deleite (si,
grababa con sonido), lamiéndolo hambriento, luego metiéndoselo
mientras lloriqueaba. No, no se esperaba ese espectáculo tan...
extrañamente sensual, ese sube y baja que delataba al experto, al
chico que le gustaba el placer anal aunque lo ocultara del mundo
entero. Bien, a la sorpresa y hasta disgusto, le siguió la calma, si
del cielo te caen limones aprende a hacer limonada, le decía su
padre. Sabía que había un mercado increíble para el sexo escolar
en las redes, y ese si que lo valía. Le grabó esa vez… y las
otras también. El chico, después de cada práctica quedaba
caliente, luego de un juego parecía quemarse. Joder, si hubiera una
manera de hacerle chillar que era una putilla sucia que gustaba de
oler suspensorios usados, que soñaba con ser sorprendido por el
resto del equipo, deseando que le jodieran el coño porque ya no
aguantaba... Si, todo el dinero que podría ganar con eso, piensa
emocionado sobándose sabroso.
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