Cuando
se quiere...
Mejor
que meterla hasta los pelos y golpear con las bolas en un culo
apretadito y sedoso, caliente y casi mojado de ganas, mejor que
escuchar esos gemidos que emite y que erizan la piel, chillidos
putones, aún mejor que hacérselo a un amigo al que sorprendiste con
la guardia baja, poniéndose al alcance de la punta de tu verga...
era que un amigo te la enterrara así, pensaba el otro mientras se
retorcía y chillaba, babeando por boca y tranca mientras esa vaina
le abría, llenaba y pulsaba en el alma. Claro, ya no eran amigos,
eran tan sólo un macho y un negrito marica que se estremecía y
descubría su vida sobre aquella enorme verga... aunque, viendo el
resultado, pagaba el precio con ganas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario