domingo, 21 de abril de 2019

VAYA SEMANA SANTA

UN DIA MIERCOLES DE CENIZAS

   Una vez leí, condenado el hombre que no cuenta al menos con una mujer que llore su muerte...

   De todas las noticias de la semana pasada ninguna fue tan sorprendente para mí como el suicidio del ex presidente peruano Alan García, el 17 de abril, Miércoles Santo; quien se pegara un tiro cuando se le iban a detener por unas investigaciones sobre corrupción, por supuestamente haber aceptado dinero de la tenebrosa compañía Odebrecht, si, esa misma. ¡Y los necios cuidándose de Monsanto!, cuando esta empresa verdaderamente diabólica estuvo a punto de acabar con latinoamérica, gracias a ese foco de infección andante que fue Lula Da Silva, para arriba y para abajo, contaminándolo todo con su sola presencia. Bien, digo que me sorprendió porque el suicidio, especialmente por estos motivos, de un político no es algo común en estas regiones. En Estados Unidos, Italia, Japón, sí es frecuente escuchar de alguien que se ahorca, pega un tiro o se arroja por una ventana cuando se ve acosado por la ley por un lado, y la vergüenza de verse descubierto o implicado por el otro. No es lo habitual en estos destinos, el pillo grita que es una conspiración, generalmente de la derecha, y jura que regresará al poder... para robar más. El caso de Alan García fue doloroso porque le conocemos de toda la vida, siempre luchando por el poder, intentando estar al frente de su país, ¿y toda esa lucha para que terminara así, en entredicho, desesperado y sintiendo que no tenía otra salida? Doloroso. Dicen dejó una carta alegando inocencia, ser víctima de una canallada, tal vez. Inquietante que en el Perú los presidentes salen a escapar en seguida. Sean culpables o no, hay que tener cuidado en a quién se elige. ¡Miren lo que pasa en Venezuela! Además, no queda bien que parezca que cada persona elegida resulta ser un pillo, ¿dónde queda el criterio ciudadano? La verdad es que fue lamentable, como lo será cuando Alberto Fujimori muera en la cárcel si todo sigue como va. Está bien, quiso quedarse cuando no tocaba, y eso es peligroso, pero carajo, acabó con la guerrilla, una que todavía amarga la vida de los colombianos. Eso debió valer algo.
   Dos días más tarde, por aquí, celebramos nuestro 19 de abril. Un día como ese, pero en 1810, desconociendo el dominio español en Venezuela, los mantuanos criollos comenzaban a dar pasos públicos para separarnos de la corona, con el famoso cabildo donde el comendador Emparan decía algo que en estos momentos suena a anatema, y quien lo proponga va preso, cuando respondiendo a una negativa popular expresó que si no le querían, él tampoco quería el mando. Dime tú, escuchando esto la cúpula fascista socialista en Caracas debe reírse como Lula Da Silva en su celda cuando escuchó lo de Alan García. Por cierto, para los habladores de paja, qué broma le hecho la iglesia, en la persona del padre Madariaga, a Emparan, ¿verdad? En fin, este 19 de abril, que nadie recordó, cayó nuevamente en Semana Santa, como aquella histórica jornada, y si en ese momento todo estaba convulso... pues, ahora también. Los malos gobiernos tienen esa capacidad, generar malestar. Estos fueron unos días santos infames. Los que aprovechan para quedarse en sus casas y descansar se encontraron que había que caminar más para encontrar mucho menos alimentos, dado la terrible hiperinflación que se maneja en el orden de los millones por ciento, por demente que parezca, sumado a los apagones, justo en los días de más calor, con el humo producto de los incendios forestales que no pueden ni ser medio combatidos porque no hay bomberos con camiones, agua, helicópteros, ni siquiera botas. Los que viajaron fue a pasarla mal, era bañarse en ríos o playa y nada más, ¿quién puede gastar en una caja de cerveza, comprar carne para parrilla o pescado para el ayuno de carne? Las procesiones, la gente que va a su templo, se vieron amargadas al tener que salir de día por culpa de los apagones y la falta de transporte público, con las velas a precio de oro y el sol achicharrando hasta la fe. Todo un viacruci.
   Noticia, también del 19 de abril, que me hizo reír fue enterarme que por movilizaciones de fans, redes y televisoras (todo parte de una iniciativa española), existe y se celebra un Día Internacional de Los Simpson, desde el 2017; y si hay una familia que lo merece es esta, una que nos ha divertido, a veces más, otras menos, durante tres décadas ya, con esa sátira bien concebida al modo de vida norteamericano, la familia y la sociedad en general.
   Hace años, en el trabajo, comentándolo, decía que los Simpson era gente como uno, a lo que una jefa respondió que como yo, si, que era evidente, pero no como todos. Esa nota me alegró. La fecha se toma porque hace tres décadas, un 19 de abril, se transmitió el primer episodio, ¿imaginaría esa gente que resultaría semejante fenómeno cultural? Aqui, en venezuela, fue VENEVISIÓN la primera en transmitirlos, y la campaña desde días antes fue intensa, en la radio buscaba yo una canción de “el señor Bart Simpson”, algo gracioso que cantaba este en el episodio del restaurante japonés, con Lisa, cuando Homero creía que iba a morir. Se conmemoró con maratones del programa, y la verdad es que aunque hemos vistos sus mejores episodios mil veces, o que los últimos ya no sorprenden tanto (¡son treinta años!), siempre es grato sentarse, encender el televisor y encontrarse con ellos. Especialmente ahora que tantas buenas series han llegado, o van a llegar, a su final. 

EL GRINGO, EL COLOMBIANO Y EL RUCIO MORO

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