Hay
que tener carácter...
Salir
en familia, a disfrutar del resort en la playa, ya se volvía un
suplicio, piensa el hombre con las orejas rojas y la garganta seca
viéndole acercarse a la piscina a buen paso, todo sabrosote y
confiado. ¡El descarado ese! El maldito novio de la hija venía
dispuesto a hacerle sufrir otro día. Dios, costaba tanto apartar la
mirada... Dígame cuando se sumergía y salía chorreando agua. ¿No
le molestaría esa vainita cruzándole el culo? Y tanto asolearse...
Joder, le pilló mirándole y le sonríe, se tiende y parece que va a
decirle algo en voz baja en la pata de la oreja:
-¿Le
gusta, suegrito? En cuanto estemos en el jacuzzi y las chicas vayan a
tomar algo en la tasca, huyendo del sol, le enseño una nueva que
tengo, una tanga bien blanca. Eso si, es chiquitica y, mojada,
transparenta...
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