lunes, 20 de mayo de 2019

CELEBRANDO LOS SEMI DESNUDOS

CANTA Y NO LLORES
   Que tienen su encanto, ¿quién lo duda?

   Hace años, cuando en Venezuela se parrandeaba sabroso, cada quien gastando en lo que quería sus reales (amo el capitalismo), fui a un concurso de camisetas mojadas con unos amigos. Dios, y qué vacilón. El ambiente, la fiesta, los gritos, las bailaditas en las sillas, ¡las cervezas frías!, las parrillas y pasapalos, y por supuesto esas muchachonas con traseros tan enormes como sus senos, que resistían bien la prueba de los bailes y saltos. Recuerdo especialmente uno donde habían unos mujerones increíbles, y mirando de esas chicas a las amigas que nos acompañaban, estas se molestaron por la comparación, mitad en broma, mitad en serio.

   Fuera del espectáculo de chicas en vivo bailando, del que en verdad no soy tan fanático, si disfruto del fetichismo de la ropa interior, o las prendas para exhibirse, pequeñas. Bikinis, tangas y eso. Afición que me viene desde chico cuando miré mi primera revista de fotos picantes. Más tarde seguí admirándolas sin importar tanto quien las usara, hombre o mujer. Si, es divertido ver un video de sujetos quitándose las ropas, todo forrados de músculos con esas vainitas apenas cubriendo y todo eso, pero ver a un tipo ya desnudo, quedando en bolas, de verdad, no me parece atractivo. Creo que, en desnudos completos, las mujeres se ven mejores. Y en vivo me gusta menos. Puedo ir a un camisetas mojadas, incluso a un calzoncillo mojados (fui a uno por puro accidente y me sentía algo mortificado y escandalizado; aunque reí como loco, no es lo mío), y disfrutarlo, pero hasta allí. Nada de primeros planos en bolas. En shows en vivo me siento como cuando voy al teatro, una forma de arte que no disfruto... cómo leer poesía, por ejemplo. Escucharla es un poco mejor.
   Prefiero verlos en una pantalla, si es un video explícito o en programas del pasado, como en Sábado Sensacional, por VENEVISION, donde ponían a una chica tetona y a un muchacho mazacotudo a pelear en una tina llena de agua espumosa por ver quién recogía más jabones, vistiendo prenditas realmente calientes, o el programa de RCTV, Aprieta y Gana, del que ahora la gente no quiere acordarse por culpa del conductor que en ese momento era muy querido por el pueblo de venezuela, Winston Vallenilla. Ya no.

   No tengo nada contra los sujetos que viven de eso, como no tengo motivos de quejas contra aquellos que aparecen en cintas porno, de las cuales me quejo menos. No veo nada malo en que un sujeto se gane la vida así. Si Dios les dio la fachada a San Pedro sólo le queda bendecirlos. Cada quien tiene sus habilidades, y dones. Hay que tener cierto tipo de carácter para desnudarse frente a otras personas, hay que reconocerlo, más como “profesión”, especialmente vistiendo o ejecutando alguna fantasía. Y su trabajo se dan para estar en forma, lo que ya de por sí no es fácil. Ni tan grato (hablo de la gente normal que mira con paciencia de santo el tener que trotar, no los que disfrutan de estar en un gimnasio, que esos también los hay, Dios sabe cómo pueden o qué placer encuentran).

   Viendo este video, me sonreí. Primero porque el espectáculo alegra la vista, indudablemente, qué cuerpos, ¿eh? Y esas prenditas. Joder, me encantan (uno puede “ver” a un adolescente calenturiento colándose en un vestuario y robando una). Pero también porque no podía dejar de pensar cosas. ¿Se imaginan ir de incógnitos a un evento así, como en esa discoteca mexicana, donde haya alguna celebración por algún motivo y se estén subiendo videos, que los publiquen y aparezca uno, todo sonreído, aplaudiendo, los ojos saliéndosele de las órbita, clavados en algún trasero, y tal vez un poco saliviso? Y que luego venga alguien y te pregunte “¿y tú no y que ibas para un retiro?”. Supongan que mientras más aplaude uno a un tipo que viene de espalda meneando un buen trasero se vuelve todo sonreído y resulta que es un compañero de trabajo, un tipo todo serio, o el novio de una amiga de toda la vida? 

VICENTE FERNANDEZ EN EL FOGON

No hay comentarios.:

Publicar un comentario