domingo, 12 de mayo de 2019

CHICOS Y PAPIS

DEJANDOSE LLEVAR

   Si, lo necesitan...

   Sobresaltados, ya venían asustados, los dos chicos se abrazan ante la aparición del hombre treintón, de rostro velludo, bigote, barba y cabellera roja, alto (ellos les llegarían a los pectorales), de anchos hombros, recios brazos bajo una camisa de cuadros, y que llenaba de maner obscena un ajustado jean negro donde parece dibujarse un enorme paquete colocado a la derecha de la pelvis, algo que los dos jóvenes citadinos no pueden dejar de notar. Ni apartar las miradas.

   -¿Se perdieron, chicos? -el vozarrón de este, mirándoles divertido, los ojos clavados en sus jóvenes traseros, les hace reír nerviosos otra vez.

   -Si, señor... -comenta uno, todo sonreído y abierto, respetuoso, algo que agrada al hombresote. Así le gustaban.- Venimos con una excursión del colegio, nos separamos para llegar al arroyo pero nos perdimos. -informa, aún abrazados, ojos brillantes recorriendo el recio cuerpo.

   -¿Son... novios?

   -No, señor, sólo amigos. -jadea el otro.- Tenemos novias...

   -¿En serio? ¿Dos lindas chicas como ustedes con otras nenas? ¿Sin un hombre que les ponga acomodo? Que desperdicio. -se burla un poco, llevándose la mano a una bragueta que muestra una barra cada vez más grande, una que los hipnotiza.

   -Ay, señor, qué cosas dice. -jadea el primero, mejillas rojas, algo tembloroso, mirando aquella mole que alza la tela.

   -¿No quieren probar si es cierto o no? -el sujeto se aferra la barra, ofreciéndola.- Mi cabaña no está lejos, si tienen unas tres o cuatro horas puedo enseñarles algunas cosas. Creo que esto es lo que quieren, niñas, tocar, lamer, chupar, perder sus dulces viriginades... -y sin más, se la saca, larga, gruesa, cabezona, rojiza y tiesa, haciéndoles jadear con las bocas abiertas, meciendo inconscientemente sus jóvenes traseros.- Se ven inocenticos y lindos, pero seguro que sobre una polla se vuelven atrevidas y osadas putitas golosas. ¿Vamos? -y se vuelve, alejándose a paso lento. Sonriendo al verles intercambiar una mirada de bocas abiertas, sonreidos, ojos brillantes, ¿quién sabe desde cuando soñaban con aquello?, y se apresuran a seguirle. Que tontillos, creían que podrían irse después de tres o cuatro horas. Dos hermosuras como ellos necesitarían al menos un fin de semana encerrados, de puras y duras folladas, en su apartada cabaña. 

INFLUENCIA

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