ACEPTACION
Siempre
era una tontería, una puesta en escena, pero ese día se habían
pasado, por eso no extrañó la voz que gritó: “Dejen de luchar
así, maricas; busquen un motel y vayan a lamerse los culos en
privado”. Lo notable fue que se tratara de un chico de trece años,
todo cabreado.
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