NECESITADO DE DISCIPLINA
Parte
de la rutina...
En la oficina, cada tarde, había un tiempo para el café. Era una regla fija. Si lo querías con leche, o querías tan sólo una buena ración de leche, debías procurártela tú mismo; así estaba establecido. Y a ninguno le gustaba tanto el café, así como la leche fresca y todavía caliente recién ordeñada, como al gerente. Era él, en persona, quien mostraba a los nuevos pasantes la importancia y el deleite de aquella práctica. Con sus: “Vamos, vamos, muchacho, con ánimo. Sé sincero, aunque nunca hayas probado esto antes, ¿verdad que no se siente mal tenerla metida en mi culo todavía apretado?”.
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