Joder,
iba a tener que enviarle una botella al cuñado. Era cierto: cuando
la mujer andaba lejos una buena boca maricona hacía de maravillas el
trabajo...
-Vamos,
pana, no me vengas con vainas que ya sé que te gusta... Anda, tócame
como quieres, adórame. Sacámela y trágatela. Hazlo bien y
recibirás una buena rociada de leche caliente.
Chilla
confuso y extraviado. Con cada centímetro entendía que le
encantaba. Una vez toda adentro, entiende que es tanto el amor que
será su humilde esclavo blanco para siempre.
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