PIERWSZY
¡El
muy idiota! Sabiéndose bello, el nuevo chico salvavidas se iba con
los otros chicos guapos de la playa y uno que otro atractivo tío
madurón, y regresa con esa cara toda manchada. No de bloqueador sino
de esperma... Mucha. Y sabe que sé, y nunca me invita a que le
acompañe para darme una mamada. Joder, y lo peor de todo no es verle
con esos idiotas sino que sé que junto a mí sería feliz. No
andaría tras cualquiera. Me la probaría y ya no querría dejarla, a
menos que fuera para clavársela hasta las entrañas... Vamos, chico
tonto, ¿por qué no miras a tu compañero de estudios y dormitorio?
-Hey,
entrenador, ¿cómo nos prefiere de ahora en adelante, con
suspensorios o sin ellos? Sé que le agrada olerlos en los
vestuarios, ¿pero no le emociona más así? Oh, vamos, no ponga esa
cara, todos sabemos lo que quiere, lo que desea, ¿por qué no lo
admite de una vez, cae de rodillas y nos da buenas mamadas, o cae
sobre cuatro patas para que entre todos le demos la fiesta de su
vida? Es tan sólo un paso, admítalo, dígalo y del resto nos
encargamos nosotros. Mire que vivimos con las bolas llenas y con
ganas de usar las vergas. Se va a divertir, créame, señor.
¿Probamos?
Joder,
para evitar tantos líos poco recomendables en una institución como
la Marina les había prohibido usar a cada cual la pieza interior que
deseara. ¡Ya estaba bueno de bikinis y tangas! Pero con esos bóxeres blancos la cosa no prometía ir mucho mejor. Y si no apartaba los
ojos de ese joven y altanero trasero seguro que se metería en un
peo. Era extraño encontrarle así, y ahí, a esas horas... ¿No
estarían apostando, los muy putillos, cuánto aguantaría sin
follarse a uno de ellos otra vez? Eran capaces...
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