НЭГ
El
orden natural...
No
hay una edad determinada para que alguien lo entienda. Un hombre
puede ser tan sólo un chicuelo, aún en la secundaria, cuando nota y
comprende que es distinto. Que es todo un hombre y que los maricones
responderán a eso, de manera automática, aún más que las mujeres
ya que conocen los aromas y eso les enloquece. Nada emociona más a
estos jóvenes gañanes que entender que estos irán sumisamente a
él, sometiéndose gustosamente a lo que desee siempre y cuando les
permita chupar su verga, llenarse las boquitas con ella, con la
admiración ante su poder brillándoles en los ávidos ojos. Y que le
ocurrirá al chico con el desconocido con quien se cruza en la calle,
en ese tropezón fortuito en una cancha de básquet, una mirada que
le lanzan en una escalera del subterráneo o en un sanitario
cualquiera. El marica siempre responderá a su presencia. Aún así
se entiende la sorpresa del joven gallito cuando es uno de sus
mejores amigos de siempre, acompañado de un primo, por los lados de
la familia de su papá, que viene de visita, quienes se disputan sus
atenciones esa tarde en su cuarto, a donde les invitara a ver algo de
porno. Riendo les dice que tiene para los dos, cosa que aceptan
porque si, un hombre puede con dos, tres o cuatro de ellos cada vez.
¿Qué le queda como no sea sonreír complacido con su vida perfecta?
Era joven, guapo, saludable, con una verga que se paraba a cada
rato... y sabe que los otros dos se desvivirán por complacerle como
merece. Ahora la duda... ¿cuál de los dos se sentará primero sobre
su barra, entregándole con humildad y emoción su virginidad?
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