Hay
momentos...
-Silencio, maricón, deja de quejarte de mi abuso; es lo que querías desde que comenzaste a trabajar aquí: mamar güevo. Saborearte uno como este, rico, ¿verdad? Tan jugoso y duro. -le interrumpe cuando se miran, la barba brillándole de saliva y jugos de verga.- No, no, no quiero escucharte decir que no te gustó, noté que te corriste sólo haciéndolo, sintiendo mi pieza latiendo contra tu garganta. Bien, eso no me molesta, trabajar al lado de un puto como tú; al menos ahora si serás útil en el taller. Tu trabajo de soldadura era una mierda, mamando güevo eres mucho mejor. ¿Quieres un poco más? Verte de rodillas me lo pone duro. -ríe ronco, bajito.- Pero qué pregunta tan tonta, claro que quieres, si ya te relames. Vamos. -indica y casi no tiene que empujar sus caderas para que aquella boca de labios empegostados, que dejan escapar un jadeo ahogado, cubran el tolete ansiado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario